El pueblo de Marruecos está preocupado por la salud de su monarca. Mohamed VI pasa largas temporadas fuera del país y su última aparición pública, en los actos del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial en París, despertó todas las alarmas.
Hasta en tres ocasiones el rey no pudo reprimir su sueño y dio indisimuladas cabezadas, estando, además, en primera fila, junto al matrimonio Trump. El verdadero motivo de estos hechos es que Mohamed VI sufre una grave enfermedad crónica: sarcoidosis.
En septiembre de 2017 le extirparon un tumor en el ojo izquierdo. El pasado mes de febrero fue operado en París de una arritmia cardiaca.
Son efectos de su enfermedad, una dolencia que en el país alauí intentan tapar para que no trascienda.
Pero periodistas como Said Salmi, de Al Jazeera, asegura que fuentes médicas le han confirmado que se trata de sarcoidosis, una enfermedad que afecta a sus pulmones, riñones, ojos y corazón y que se trata con cortisona.
Estas dosis de cortisona son las que hacen que el aspecto de Mohamed VI se vea como inflamado, y también influye en los trastornos del sueño.
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En Marruecos hay fuentes que aseguran que Mohamed VI se está planteando seriamente su abdicación en favor de su hijo, Moulay Hassan, que ya lo acompaña en algunos de sus actos más importantes, como el de la pasada semana en París. Mohamed VI, que tiene ahora 55 años, está convencido de que morirá pronto y quiere dejarlo todo atado.
No obstante, la sarcoidosis es una enfermedad crónica pero no mortal. Toca cualquier órgano del cuerpo, sobre todo los pulmones. El tratamiento es con corticoides y el índice de mortalidad es muy bajo.