Considerado por los mismos privados de libertad como 'la antesala al infierno'. Los pabellones 11, 12, 13 y 14 de máxima seguridad de la cárcel La Joyita eran sinónimos de reyertas, heridos, fugas y hasta homicidios, que se registraron en las temibles celdas revestidas de hierro y concreto.
Hace tres años era el lugar más oscuro y tenebroso del penal. Allí eran llevados los privados catalogados por el Sistema Penitenciario como los más difíciles y violentos, con condenas de hasta 20 años.
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En estos pabellones convivían miembros de las pandillas 'Calor Calor', 'Bagdad' y los 'Cocho', en cuyas mentes solo existían el ocio y cómo sobrevivir contra los enemigos por el resto de su condena.
Ellos tenían una hora al día, un día a la semana, para salir al patio y sentir los rayos del sol, pero lo hacían con un custodio y esposados de manos.
ACCIONES
Al ver tanta violencia y sabiendo que no podían vivir con tranquilidad durante el tiempo que pagaban sus condenas, los privados de libertad Franklin Ayón, Alberto Samuda, Roberto Arango y Orlando Blas y otras personas más decidieron reunirse y buscar una solución a este conflicto dentro del penal.
Orlando, de 31 años y quien cumple una condena de 4 años de prisión, expresó que buscar la paz no era fácil, pero tampoco imposible, ya que tenían que hablar con cada cabecilla de las pandillas y convencerlos para que cesara la violencia.
Un año fue lo que duraron las conversaciones entre los líderes de cada banda, la Iglesia católica y la evangélica, la Policía Nacional y otros actores. A la 1:00 de la tarde del 29 de junio del 2015, se logró algo que aún muchos no se lo creen: la paz.
CAMBIARON
Tras el acuerdo, comenzaron a trabajar con los muchachos que tenían penas cortas que cumplir y los que ya habían pagado las dos terceras partes de sus condenas y ver qué programas podían crear para su resocialización.
En ese entonces, la población de los pabellones de la máxima era de 3 mil 485 privados, pero al entrar en vigencia el Sistema Penal Acusatorio se dieron varias audiencias y muchos salieron con conmutación de pena, libertad vigilada y trabajo comunitario, dejando actualmente una población de mil 536. Esto convertiría lo que antes era llamado 'la antesala al infierno' en el centro de rehabilitación más grande de la historia carcelaria a nivel nacional.
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El primer proyecto que el Ministerio de Gobierno aprobó fue el programa de resocialización 'Ecosólidos', y de ahí hoy en día hay cerca de 19 proyectos de trabajo en La Joyita, dijo el director del centro, Elías Miranda.
Detalló que entre esos están un vivero de 10 mil plantas florales y maderables, del que en días pasados Emilio Sempris, ministro de Ambiente, se llevó unos 2 mil 600 árboles de roble, caoba y panamá para reforestar.
También cuentan con un criadero de pollos, gallinas ponedoras y huevos de codorniz; un taller de artesanías y un proyecto de piscicultura, donde se están reproduciendo tilapias blancas, rojas y azules. Tienen pensado hacer uno más adelante de camarones y están en la confección de un cuadro de fútbol y estudio de música, señaló muy contento Miranda.
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Jorge Santos es un ejemplo de que sí existe la resocialización. Hoy en día tiene 22 días de haber salido de la cárcel luego de pagar una condena de tres años, pero estando dentro de prisión aprovechó el tiempo, ya que tenía conocimientos básicos sobre la agricultura y comenzó a ayudar con el proyecto del vivero y con los demás planes.
Al ver su buen trabajo y gran desempeño, el ministro Sempris lo contrató para que trabajara con el Ministerio de Ambiente y replicara este proyecto agroforestal y de hortalizas en todas las cárceles a nivel nacional.
Todo lo que cosechan es para su consumo.
Nota: Jairo Cornejo
Fotos: Miguel Cavalli