El crimen de Cristal Out Fernández no solo trascendió fronteras, sino que también evidenció el fallo de nuestro sistema de justicia de menores.
El día 21 de enero de 1997, la sociedad panameña fue sacudida por la noticia de que la niña Cristal Out Fernández, de 6 años de edad, había sido asesinada a manos de su propia madre, Mariela Fernández Dávila, en Costa Rica, tan solo tres días después de haber sido entregada por disposición de la jueza Rosenda Sarmiento, en ese entonces jueza Segunda Seccional de Menores en Panamá.
La pequeña Cristal nació en Holanda. Ella fue el resultado del trabajo de prostitución que ejercía su madre, de nacionalidad venezolana, Mariela Fernández Dávila.
Esto cambió la condición de la mujer, que era muy activa de noche, acudiendo a clubes nocturnos por todas partes del mundo.
Es así como el 25 de enero de 1993, la venezolana Mariela Fernández, madre soltera y con 22 años de edad, regaló a su hija Cristal Out a la familia panameña Márquez Rodríguez.
Bendición inesperada
Como un regalo de Dios fue visto por la familia Márquez Rodríguez, conformada por Eliseo Márquez y su esposa Digna de Márquez, quienes tenían cuatro hijos: Roger, Marlene, Mabel y Abdiel. La llegada a sus vidas de la pequeña Cristal Out los transformó.
Era una familia sencilla y trabajadora de Tocumen. Eliseo era taxista y Digna, su mujer, se dedicaba al transporte de estudiantes en un colegial.
'Nos la robaron para matarla', expresó Mabel, tercera hija de los Márquez Rodríguez a La Nación de Costa Rica, luego de conocer la tragedia.
Mabel Márquez Rodríguez, en su declaración a los medios, relató que el 20 de enero de 1993 una prima le dijo que una extranjera, que trabajaba en
el hotel Montreal, quería regalar a su hija porque sus actividades en un hotel de la zona roja le impedían cuidarla. Esto la motivó a presentarse en el hotel para conocer a la pequeña Cristal Out, quien en ese entonces tenía tres años y de inmediato se enamoró de la niña de piel clara y cabellos rubios. Era como una muñeca.
'La vi tan bonita, tan pequeña, tan indefensa, que no me la imaginaba bajo la responsabilidad de una mujer de vida desordenada y me pregunté ¿cómo es posible que esto suceda, qué le irá a pasar a esta niña?', declaró.
Ambas mujeres intercambiaron palabras en el restaurante del hotel donde trabajaba la venezolana Mariela Fernández.
Eso fue suficiente para que el mismo día, la familia Márquez Rodríguez se llevara a la niña para su casa, no sin antes hacerle firmar un documento a la venezolana en el que hacía constar la entrega.
Volvió para reclamarla
Cuatro años después, la venezolana Mariela Fernández retornó a la vida de la familia Márquez Rodríguez, el lunes 13 de enero 1997, exigiendo la devolución de la pequeña Cristal Out.
'El saludo fue corto y lo primero que expresó fue que no tenía dinero y que quería llevarse ese día o el siguiente a la niña'.
De inmediato la señora Digna le advirtió que tenía un paseo de tres días a una finca en La Mesa de San Martín, a lo que la venezolana Mariela Fernández no se opuso.
El jueves 16 de enero al retornar los Márquez Rodríguez a su casa fueron sorprendidos por miembros de la Fuerza Pública, quienes retuvieron a la señora Digna y la trasladaron al cuartel de Tocumen, denunciada de tener de forma ilegal a la pequeña Cristal.
En menos de 48 horas, la jueza Rosenda Sarmiento ordenó a Digna firmar una resolución en la que le obligaba a entregar a la pequeña a su madre biológica, a pesar de la insistencia de la angustiada mujer de que antes se le practicaran exámenes sicológicos a la venezolana.
El viernes 17 de enero, pasada la 1:00 p.m., ya la venezolana Mariela Fernández tenía de vuelta a su hija y el sábado 18 ambas ingresaron a Costa Rica por Paso Canoas.
Así fue el crimen
El taxista tico Alejo Berrocal presenció cómo llegó Mariela Fernández, con una bolsa plástica en una mano y un maletín en la otra a El Valle de Orosi, provincia de Cartago, Costa Rica, en un autobús.
Se le acercó para preguntarle si conocía algún basurero clandestino, que traía unos desechos, por lo que recorrieron cinco minutos hasta llegar al vertedero.
'Ambos bajamos del taxi, ella no podía con la bolsa, yo la ayudé y fue entonces cuando sentí algo suave y tibio al sujetarlo por debajo', relató Berrocal en su momento. Luego ella sacó una bolsa negra pequeña y también la arrojó al basurero.
Cuando regresaron al pueblo, el taxista dejó a la venezolana esperando el bus mientras acudió a la delegación policial y narró lo ocurrido al oficial encargado Carlos Chávez, quien ordenó seguirla en lo que ellos regresaban al basurero.
Al buscar en la bolsa grande encontraron ropita de niña muy humilde y de pronto un escalofrío recorrió el cuerpo del uniformado al sentir los deditos de la pequeña.
'En los años de policía me sorprendí y se me vinieron las lágrimas al ver tanta atrocidad, más cuando encontré en un bolso la cabecita, por lo que avisé para que se dejara detenida a la mujer', narró Chávez.
Ya en la delegación, Fernández confirmó que el cuerpo decapitado era el de su hija Cristal Out Fernández, y al cuestionarla el oficial del porqué había hecho eso, respondió: 'Por qué se asombra, si eso es algo normal en mi país, era un ritual en el que se bañan con la sangre de las criaturas para permanecer jóvenes'.
El 4 de diciembre de 1997, los jueces Gerardo Segura -quien presidió-, Jeannette Castillo y Alcides Mora, del Tribunal Superior Primero Penal, Sección Primera, coincidieron con la solicitud de la fiscal Doris Guzmán y la condenaron a 35 años de prisión por el delito de homicidio calificado.
Las investigaciones determinaron que la venezolana Mariela Fernández, la madrugada del domingo 19 de enero de 1997, asesinó a su hija en el baño del hotel Venezia, en San José, después de llevarla al baño, en donde la ató con cinta adhesiva la boca y estando viva empezó a cortarle el cuello hasta decapitarla, luego se deshizo del cuerpo de la pequeña Cristal Out Fernández, su hija. Mariela sigue presa en su natal Venezuela.
Nota: Carlos Ávila Rivas