Mientras cruzan barcos de gran calado por el Canal de Panamá, manos de origen indígena también realizan trabajos de gran importancia. Estos son limpiadores, conductores de locomotoras, operador de lanchas, pasabarcos, pasacables y ayudantes.
María Neyda Fiqueroa es una de esas manos. Ella es de origen guna, aunque nacida en Panamá.
Entró a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) a través de servicios de limpieza de una empresa contratista. 'De pequeña siempre vi a mi padre salir temprano y llegar tarde del trabajo. Él trabajó en Kobbe, una base militar, y era ayudante de aseo y cocina. Vi siempre inalcanzable estar trabajando en el Canal', cuenta con una sonrisa.
'Cuando iba a limpiar las oficinas fui entablando amistad con funcionarios y jefes y ellos me avisaron un día de que había un seminario en el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (Inadeh) para marino ordinario. Ni corta ni perezosa fui a inscribirme a Tocumen y resultó que ese seminario era una forma de reclutar personal de la Autoridad del Canal. Me gradué en 2010', acotó.
Estudios
Los tres años de estudios realizados en la Universidad del Istmo sobre Negocios Marítimos, aunque no logró terminar, también le ayudaron a mejorar su desempeño y profundizar más su espíritu futurista.
No es hasta 2012 que recibió una llamada para la entrevista, siendo aceptada para trabajar como pasabarco.
Recibió muchas capacitaciones sobre responsabilidad, seguridad y trabajo en equipo. 'Mi trabajo consiste en abordar el barco. Trabajamos en coordinación con el pasacables. Los pasabarcos somos los encargados de asegurar los cables de la locomotora en el barco, ya sea en proa o en popa. Cuando el barco ya está estacionado y seguro, esperamos la orden y luego lo soltamos nuevamente para que el barco pase para la próxima esclusa. Mi base es Corozal'.
Trabajo arduo
Ella sabe la hora de entrada al trabajo, pero no así su salida. Sale temprano de su casa ubicada en Gosguna, Veracruz, distrito de Arraiján.
María Neyda está casada con Juan Carlos Rojas. Él también es operador de locomotora y fue casualmente allí que se conocieron e hicieron vida matrimonial.
Combina su trabajo atendiendo a sus cinco hijos: Jason, de 25 años; José, de 12; Mariángel, de 10; Nadiuska, de ocho; y Josué, de cinco.
Su padre también tiene su historia
Pero hay una historia transversal de María Neyda que corre al lado de su padre Vidal Figueroa.
Cuando él entró a trabajar en 1962 en la base militar Kobbe como ayudante de cocina y otros oficios, nunca se imaginó que su hija iba a estar trabajando en el Canal ya en manos panameñas.
Con mucha precisión dice que él trabajó con los estadounidenses 27 años, 9 meses y 2 días. 'Soy veterano de los Estados Unidos. Acompañé en maniobras en Piña y Sherman', recuerda.
Con una risa apenada dice que ganaba en 1962 un dólar diario, que los soldados recogían entre ellos para pagar a los gunas. Después, en 1971, comenzó a ganar 2.90 y finalmente en 1999 se le ajustó a 5.09. Ahora es jubilado y termina diciendo que el trabajo de su hija ha mejorado la calidad de vida de su familia y la de otros.
En tanto, el pasado viernes María Neyda recibió una sorpresa. La llamaron para decirle que a partir de la fecha su puesto iba a ser permanente. 'Llevaba cuatro años en puesto temporal. Siempre esperé ese momento, porque nos habían dicho que sería después de la inauguración de la ampliación', sentenció.
Nota: Juan Pérez Archibold