Tras más de seis años y medio de estar alejado de su hogar ubicado en El Coco, del distrito de La Chorrera, el dominicano Félix Manuel Del Rosario Bruján regresó a casa.
A diferencia de años atrás, nadie lo esperaba para recibirlo en la vivienda. Sus hijos y su mujer se mudaron estando él en la cárcel, donde solo recibía la visita de una mujer que conoció por Facebook y a quien le pidió que permaneciera en su casa.
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Del Rosario Bruján fue uno de los sindicados en el caso del homicidio de los cinco jóvenes chorreranos de ascendencia asiática y quien después en pleno juicio se ordenó su liberación al no encontrarse evidencias ni vínculos con el crimen.
Destruido
'Ha sido un infierno lo vivido durante estos 6 años y medio', dijo Félix con los ojos húmedos, como queriendo llorar, pero se contuvo, todo su encierro se lo debió a una venganza del homicida confeso Alcibiades Méndez, quien por presunta venganza lo implicó'.
Pero para Félix no solo Méndez es culpable de su injusta detención, también responsabiliza por negligente al fiscal del momento Sofanor Espinosa, que quizás por la presión de la opinión pública se dejó influenciar.
Félix explicó que el problema con Méndez surgió por un terreno próximo a su casa que vendió a este, pero que al mismo no le agradó, por lo que como venganza lo implicó falsamente en el asesinato de los jóvenes, pero el fiscal nunca investigó.
'He perdido todo, tengo que empezar de cero', comenta el dominicano Bruján, a quien hace 6 años se le veía por La Chorrera manejando una moto vieja que era su medio de transporte, la cual también perdió porque, según él, su propia familia lo desvalijó, vendieron todo lo que tenía en casa.
Hoy, su taller de mecánica tampoco existe, ese local está lleno de hierba, polvo y basura, porque se perdió el equipo de trabajo.
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Un nuevo comienzo
Pero a pesar de las adversidades, lo único que desea es que su exmujer le permita abrazar a sus hijos menores. El dominicano dijo que no se cansa de alegar su inocencia y aseguró ser consciente de que debe hacer algo para recobrar su vida.
Hoy intenta dejar atrás el apodo de 'matachinos' que le pusieron los otros reclusos, el sabor de la comida dañada de La Joya y enfocarse en salir adelante por sus hijos.
POR: Raúl Vega
Mi Diario