'He venido a restaurar mi vida por un mundo que llevaba en la calle. Quiero recuperar lo que he perdido, mi familia', confiesa entre lágrimas Magdalena Luna, una de las mujeres que se encuentra refugiada en el campamento 'En las manos de Dios', que dirige el pastor Severiano Aguirre en una zona rural de Potrero Grande, distrito de La Chorrera.
Magdalena durmió en la calle por 12 años y por más de 20 años encontró en las drogas el camino para liberarse de la frustración que le provocó que le cortaran el rostro. Abandonó a su pequeña hija y a su madre y hoy, en un último intento, busca la oportunidad de recuperar un estilo de vida sano, en donde su hija, nieta y madre puedan perdonarle sus errores.
La historia de Tomás García, otro de los refugiados en este campamento, es distinta. Él se sumió en el alcoholismo. Empezó a los 21 años y hoy tiene 52 años. Su llegada al campamento se dio en un momento difícil cuando su vida estaba en peligro, puesto que lo buscaban para matarlo.
El pastor Severiano Martínez comenzó este proyecto hace 10 años.
Relata que todo inició con una promesa y una oportunidad que le pidió a Dios, luego de sufrir un accidente automovilístico producto del alcohol. Actualmente el campamento tiene 86 personas, la mayoría hombres, y ha rehabilitado a mil 600 personas.
Por: Alicia Valdés