Women on Web es la continuación del proyecto Women on Waves (Mujeres sobre las Olas), creado por la activista holandesa Rebecca Gomperts. La idea original tomó forma durante sus viajes por el mundo trabajando como médica a bordo de un barco de Greenpeace. En dichos viajes Rebecca constató la cantidad de muertes de mujeres causadas por abortos inseguros en países donde no existen las condiciones médicas apropiadas. A partir de esas historias decidió buscar una manera de proporcionar un servicio de aborto seguro.
Fue así como en 1999, Rebecca fundó su primera organización. Consiguió su propio barco, lo convirtió en una clínica móvil, se armó de un buen grupo de otros profesionales de la salud y de voluntarias, y zarpó hacia aguas internacionales. En total se llevaron a cabo cinco campañas en once años en Irlanda, Polonia, Portugal, España y Marruecos. El procedimiento siempre fue el mismo: las mujeres embarcaban en la costa o eran llevadas al barco en alta mar.
El navío entonces se alejaba hasta llegar a 22,2 kilómetros de la costa, fuera del mar territorial del país donde se encontraran. Una vez allí las mujeres podían practicarse un aborto seguro siempre y cuando no tuvieran más de seis semanas y media de embarazo. Al estar en aguas internacionales todo era legal, pues regían las leyes del país al que pertenece el navío, en este caso las leyes de Holanda, donde el aborto está permitido.
A raíz de estas campañas, la organización recibió muchos correos de mujeres desesperadas que esperaban algún día tener el barco cerca de sus costas. Con los avances tecnológicos y médicos se pudo encontrar otro medio menos espectacular pero más eficaz . Nació así Women on Web, cuyo principal fin es proporcionar tratamientos para un aborto seguro en su propia casa por medio de consultas en internet y envío postal del tratamiento.
En París, Leticia Zenevich, representante desde hace dos años de la organización, habla del proyecto. Esta brasileña de 26 años creyó estar embarazada en su adolescencia y buscó alternativas para realizarse un aborto seguro. Así conoció a Women on Web y se vinculó a su labor.
¿Cómo funciona exactamente el procedimiento de Women on Web?
La mujer interesada accede a nuestra página y se le realiza una consulta virtual con 25 preguntas, las mismas que le harían en una consulta médica. Un médico revisa el formulario y le permite saber si es elegible. Sólo en muy pocos casos la presencia de ciertas enfermedades impide realizar el tratamiento. Una vez aceptado el caso, se pide una donación de 70 a 90 euros.
Sabemos que para algunas mujeres es factible, pero para otras es imposible pagar esa suma. A las que no pueden donar nada también les ofrecemos el servicio; al final se compensa con las que sí pueden ayudar. Posteriormente se envía el paquete con los medicamentos, entonces, cuando la mujer nos hace saber que lo tiene en su poder, le enviamos las instrucciones de uso de acuerdo al tiempo de embarazo. Realizamos un seguimiento a cada una de ellas.
Ustedes les propusieron a las mujeres con menos de tres meses de embarazo infectadas con zika para que acudan a la organización si desean interrumpir sus embarazos. ¿Cuál ha sido la respuesta?
Hemos recibido muchas solicitudes. No tengo el número exacto, pero casi hemos triplicado el número de pedidos desde la región. Muchas mujeres aún no saben si tienen zika y nosotros estamos diferenciando las mujeres que ya se han hecho el examen de las que no. La tendencia, en todo caso, muestra que muchas mujeres están desesperadas y buscan nuestra ayuda. Colombia es uno de los países en los que más ha aumentado el número de solicitudes. Sin embargo, es también uno de los pocos países en donde se está permitiendo abortar a este tipo de mujeres.
¿Cómo se ha diseñado este tratamiento y qué tan fiable es?
Fue un tratamiento que nació de la necesidad de las mujeres. Fueron ellas mismas en Brasil, en los años 90, las que se dieron cuenta de que esos fármacos de libre acceso eran muy eficaces y seguros para abortar. Actualmente se usa una mezcla de mifepristone y misoprostol con una efectividad del 98% para el aborto. Ambos están en la lista de medicamentos esenciales de la OMS y sirven para otros tratamientos. Nos hemos asociado con médicos especialistas que han llevado a cabo estudios sobre la eficacidad y seguridad de este tratamiento. Nos basamos también en estudios de la OMS en los cuales se especifican los parámetros para realizarse un aborto seguro hasta las doce semanas de embarazo. Todas estas investigaciones van en la misma línea de nuestras acciones.
¿Qué tan legal es este procedimiento para ustedes y para la mujer que accede a él?
Toda la estructura de la organización está pensada dentro de un marco legal. Los medicamentos que llegan a una mujer vienen con una prescripción individual revisada por un médico y los dos medicamentos son legales. Así que todo el envío es legal. Lo que sucede es que, en algunos países, cuando la mujer toma la pastilla puede incurrir en un crimen, pero esa es su decisión. En esos países tenemos que preguntarnos si son estas mujeres las que violan la ley o si es la ley la que las viola a ellas.
¿Piensa en ciertos países de América Latina?
En general, es una de las regiones en donde la situación es todavía muy precaria a nivel legal. Sin embargo, en la mayoría de países se pueden comprar los medicamentos en las farmacias. La situación puede cambiar dependiendo del país. Uruguay está muy avanzado en temas de aborto. Su legalización ha previsto también muchas campañas de sensibilización y de prevención del embarazo. En este caso en particular se ha evidenciado un 30% de descenso en el número de abortos, porque también baja el número de embarazos no deseados. En México, por ejemplo, sólo es legal en el Distrito Federal. En Brasil está prohibida incluso la compra del misoprostol y el aborto está penalizado.
¿Cuál es su mensaje para las mujeres que piensan en el aborto como una solución?
Les digo que no importa lo que digan la sociedad, las leyes, la hermana, la amiga, el padre... La decisión de abortar es sólo de ellas. Puede ser difícil, pero la mujer en esa situación es la única que puede tomarla. Si decide hacerlo hay gente que está dispuesta a ayudar, como nosotros y como muchas otras organizaciones locales.
Vía: El Espectador | Guillermo Quintero