La oposición venezolana vuelve este lunes a las calles, ya tensas por la escasez de alimentos, para exigir un referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro, en momentos en que las autoridades electorales estarán reunidas definiendo si avanza el proceso, reseña AFP.
Bajo la consigna 'Mi firma sí vale', la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) convocó a manifestarse el lunes y martes ante las sedes del Consejo Nacional Electoral (CNE), en Caracas y otras ciudades, a todos los que firmaron para pedir que se active el revocatorio.
'Esa será la respuesta popular al cinismo de los agentes electorales (…), a los incumplimientos reiterados, al uso del CNE como ‘guarimba burocrática’ (barricada) para retrasar elecciones', subrayó la coalición en un comunicado.
La MUD llamó a movilizarse luego de que el CNE, al que acusa de responder al gobierno, canceló el jueves una cita clave en que le informaría si cumplió con un mínimo de 200.000 firmas válidas, de las 1,8 millones que presentó para activar el referendo.
El encuentro, según la MUD, será el martes pues este lunes se reúne el CNE a puerta cerrada. 'Si hay reunión, el pueblo acompañará a sus representantes. Si no la hay, acudirá a reclamarla', advirtió.
La oposición reclama al CNE fechas y procedimientos para proseguir con la ratificación de las firmas con la huella dactilar. Una vez termine la etapa de activación, la MUD debe recoger cuatro millones de rúbricas para que se llame a referendo.
La oposición apura el proceso pues si el referendo se hace antes de 2017 -cuando se cumplen cuatro años del mandato- y Maduro lo pierde, se llamará a elecciones. Si es el próximo año sería sustituido por el vicepresidente, nombrado por el gobernante.
– Efervescencia social –
La MUD llamó a salir a las calles pero sus anteriores marchas por el referendo fueron bloqueadas por la policía y, aunque son miles sumando las de todo el país, no son multitudinarias, en parte por el temor al estallido de la violencia como ocurrió en 2014, cuando murieron 43 personas.
Más ocupados en resolver el día a día, los venezolanos expresan su malestar por la situación política y económica en las largas filas que hacen para comprar alimentos subsidiados.
'Yo me he calado (soportado) dos colas para conseguir arroz y azúcar. En vez de estar peleando tienen que llenar los supermercados', dijo Eneuris Cantillo, una conserje de 46 años, en una fila en Chacao (este).
Marco Ponce, de la ONG Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social, precisó a AFP que en los primeros cuatro meses del año hubo 94 saqueos y 72 intentos.
El país petrolero sufre una severa crisis agravada por la caída del precio del crudo -fuente del 96% de divisas- reflejada en una escasez del 80% de productos básicos, según la encuestadora Datanálisis, y una inflación de 180,9% en 2015, la más alta del mundo.
– Diálogo entre divisiones –
En plena crisis, un grupo de expresidentes y jefes de gobierno encabezados por José Luis Rodríguez Zapatero (España), intenta acercar al gobierno y a la oposición, que ya se reunieron por separado con los mediadores en República Dominicana y volverán a las pláticas en los próximos días.
'Hemos solicitado el apoyo debido (…) para sentar a una mesa de diálogo -sin que se paren, sin que rompan las reglas de juego- a la oposición', dijo Maduro el fin de semana en una cumbre en La Habana.
En una aparente señal de voluntad, Rodríguez Zapatero fue autorizado a visitar en prisión el sábado al opositor Leopoldo López, quien cumple una pena de casi 14 años acusado de llamar a la violencia en las protestas de 2014 que exigían la salida de Maduro.
Frente al diálogo, la oposición parece dividida. El excandidato presidencial Henrique Capriles sostiene que permitirá al gobierno 'ganar tiempo y lavarse la cara', pero el jefe del Parlamento de mayoría opositora, Henry Ramos Allup, ve necesario conversar 'así una gente se ponga brava'.
El analista Luis Vicente León señala que el chavismo está también dividido pues algunos creen que la impopularidad de Maduro 'amenaza' el mantenimiento en el poder, por lo que, a su juicio, el presidente insiste en buscar la cohesión interna advirtiendo de una eventual intervención estadounidense.