El alcalde Javier Delgado llegó para celebrar la entrega de unas obras, pero los pobladores de la comunidad que visitaba no estaban para fiestas.
Delgado, alcalde de la localidad de San Buenaventura, se encontró el domingo con un grupo de indignados por el supuesto incumplimiento de sus promesas dispuestos a darle el 'castigo tradicional' para los políticos que faltan a la verdad: el cepo.
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Las imágenes del funcionario sentado con su pierna atrapada han generado gran impacto dentro y fuera del país.
Y que al ver llegar a Delgado, los residentes de la comunidad de San José, aledaña a San Buenaventura, le dijeron que no lo dejarían entrar si no pasaba un rato con una pierna atrapada en un cepo.
No me dejaron ni hablar', dijo el alcalde Delgado, por lo que tuvo que aceptar el castigo y evitar un conflicto mayor. El alcalde pasó cerca de 40 minutos en el cepo.
La del domingo fue la tercera vez que una comunidad de San Buenaventura castiga de esta forma a Delgado. Las dos primeras ocurrieron en 2015 y 2016, por motivos parecidos a los que alegaron los vecinos de San José el domingo.
En las tres veces hubo una desinformación respecto a mi accionar', dijo el alcalde.
Delgado aseguró que sí ha cumplido sus promesas, como llevar energía eléctrica, una antena de telefonía celular, construir un camino que conecte a la comunidad con otras de la zona, entre otras obras.
Sin embargo, además del castigo en esa trampa de madera, se están reuniendo firmas para solicitar la revocatoria de Delgado.
¿Frecuente?
Cuando se ven las imágenes del alcalde atrapado, es normal preguntarse hasta qué punto eso ocurre en el país. ¿Es muy habitual?
El sociólogo boliviano Óscar Rocabado no había visto antes esta práctica en Bolivia, solo en San Buenaventura, que se ubica en una región selvática. 'No ocurre en todo Bolivia', dijo.
Rocabado, especialista en temas de desarrollo, explicó que en los Andes se aplican castigos como los azotamientos con chicote (una especie de látigo) cuando la población no tiene acceso a la justicia oficial.
Tal vez (el cepo) es una manera nueva de castigo para decirle a un funcionario público que haga lo que tiene que hacer', comentó. 'Pero es como volver a la época medieval en Europa'.
¿Justicia comunitaria o abuso?
La Constitución de Bolivia reconoce la justicia indígena originaria, que es la que practican las comunidades para organizarse desde la época precolonial.
Y aunque hay medios locales llaman a este tipo de castigos 'justicia comunitaria' o ejercida por los propios ciudadanos o campesinos, Boris Miranda, periodista boliviano de BBC Mundo, explica que el castigo con el cepo no es parte de esta justicia.
En Bolivia el cepo no es considerado un acto de justicia, ni ordinaria, ni indígena, ni aymara, ni nada. Es un castigo que es parte de los usos y costumbres de algunas poblaciones y sindicatos, que por supuesto es algo ilegal aunque su práctica suceda algunas veces al año', explicó.
La Constitución de Bolivia está sujeta a convenios internacionales de derechos humanos, por lo que ningún castigo arbitrario físico se considera justicia.
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Sin embargo, el alcalde Javier Delgado dijo que no tomaría ninguna acción civil o penal contra los que lo amarraron al cepo.
Asegura que después del castigo sí lo dejaron hablar y que se despidió de los pobladores de San José con abrazos.
Con información de BBC Mundo