El periódico pasó de ser trimestral y con ocho páginas en 2002 a una tirada mensual de 10 mil ejemplares. Encontrar fondos para financiarlo sigue siendo un desafío.
Como miles de niños de Nueva Delhi, Jyoti Kumari conoce muy bien la vida en la calle, una vivencia que plasma como reportera en un periódico que da voz a los desamparados.
La adolescente de 16 años, que nunca ha pisado un colegio, participa en la redacción de un periódico que narra el día a día de estos niños en una ciudad de casi 17 millones de habitantes.
Kumari y sus compañeros trabajan en el próximo número, sentados frente a una mesa llena de folios. 'Ahora somos 70 reporteros' en el periódico Balaknama, que significa voz de los niños en hindi, declara con orgullo la adolescente.
'Buscamos la información, la verificamos y uno de nosotros la escribe. Una vez decidida la maquetación, enviamos todo a la impresión', comenta.
El diario se alimenta de las historias cotidianas de las familias que viven en los cruces de carreteras, en las calles, y aborda temas tan delicados como el matrimonio de niños, la violencia sexual, la droga o la brutalidad policial.
La adolescente está convencida de que su labor da fruto. 'Por ejemplo, cuando un tipo, borracho, cambió de rumbo en cuanto vio que su comportamiento fuera de lugar con su mujer y sus hijos apareció en el periódico', cuenta Kumari riéndose.
Y tiene razón. Una de sus noticias, que contaba cómo unos policías utilizaban a los niños de la calle para evacuar de las vías férreas los cuerpos de las víctimas de accidentes o suicidios, obligó a las autoridades a intervenir.
Entre la basura
Kumari creció con sus cinco hermanos y hermanas con un padre alcohólico y enfermo. Durante mucho tiempo pasaba las horas buscando objetos reciclables entre la basura y a veces mendigando.
En 2010, la visita de una profesora de la ONG Chetna a la cabaña en la que vivía le devolvió la esperanza.
'Me impresionó mucho cuando me habló de la importancia de la educación y de las oportunidades
para los niños pobres
como yo', dijo Kumari, quien por la noche duerme en un refugio para personas sin techo.
Chetna, que trabaja con unos 10 mil niños de la calle, le propuso que se uniera al programa educativo y le habló del proyecto Balaknama.
Entonces asistió a un taller de periodismo y en unas cuantas semanas ya empezó a investigar y a hacer entrevistas.
El periódico pasó de ser trimestral y con ocho páginas en 2002 a una tirada mensual de 10 mil ejemplares. Y encontrar fondos para financiarlo sigue siendo un desafío para Sanjay Gupta, director de Chetna.
Como miles de niños de Nueva Delhi, Jyoti Kumari conoce muy bien la vida en la calle, una vivencia que plasma como reportera en un periódico que da voz a los desamparados.
La adolescente de 16 años, que nunca ha pisado un colegio, participa en la redacción de un periódico que narra el día a día de estos niños en una ciudad de casi 17 millones de habitantes.
Kumari y sus compañeros trabajan en el próximo número, sentados frente a una mesa llena de folios. 'Ahora somos 70 reporteros' en el periódico Balaknama, que significa voz de los niños en hindi, declara con orgullo la adolescente.
'Buscamos la información, la verificamos y uno de nosotros la escribe. Una vez decidida la maquetación, enviamos todo a la impresión', comenta.
El diario se alimenta de las historias cotidianas de las familias que viven en los cruces de carreteras, en las calles, y aborda temas tan delicados como el matrimonio de niños, la violencia sexual, la droga o la brutalidad policial.
La adolescente está convencida de que su labor da fruto. 'Por ejemplo, cuando un tipo, borracho, cambió de rumbo en cuanto vio que su comportamiento fuera de lugar con su mujer y sus hijos apareció en el periódico', cuenta Kumari riéndose.
Y tiene razón. Una de sus noticias, que contaba cómo unos policías utilizaban a los niños de la calle para evacuar de las vías férreas los cuerpos de las víctimas de accidentes o suicidios, obligó a las autoridades a intervenir.
Entre la basura
Kumari creció con sus cinco hermanos y hermanas con un padre alcohólico y enfermo. Durante mucho tiempo pasaba las horas buscando objetos reciclables entre la basura y a veces mendigando.
En 2010, la visita de una profesora de la ONG Chetna a la cabaña en la que vivía le devolvió la esperanza.
'Me impresionó mucho cuando me habló de la importancia de la educación y de las oportunidades
para los niños pobres
como yo', dijo Kumari, quien por la noche duerme en un refugio para personas sin techo.
Chetna, que trabaja con unos 10 mil niños de la calle, le propuso que se uniera al programa educativo y le habló del proyecto Balaknama.
Entonces asistió a un taller de periodismo y en unas cuantas semanas ya empezó a investigar y a hacer entrevistas.
El periódico pasó de ser trimestral y con ocho páginas en 2002 a una tirada mensual de 10 mil ejemplares. Y encontrar fondos para financiarlo sigue siendo un desafío para Sanjay Gupta, director de Chetna.
Fuente: AFP