Una comunicación deficiente entre la agencia de reducción de desastres y vulcanólogos de Guatemala retrasó el desalojo de pobladores cuando ríos de lava y ceniza caían por las laderas del volcán Fuego el domingo, en su erupción más violenta en cuatro décadas, admitieron autoridades.
Agravando la situación, la lluvia y las nubes dificultaron la observación visual del flujo piroclástico -la lluvia tóxica de desechos- que descendía precipitadamente por la ladera de la montaña.
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La erupción ha causado la muerte de más de 100 personas y la desaparición de más de 190, según las autoridades, y el jueves se decidió suspender los trabajos de rescate debido a riesgos para los socorristas. Casi todas las víctimas son de aldeas pobres cafetaleras ubicadas en las laderas más bajas del volcán que ahora están parcialmente enterradas.
Para cuando Pedro Morales, un técnico de campo de la agencia de desastres de Guatemala, CONRED, vio los flujos de lodo y escombros, que pueden moverse a velocidades de hasta 300 kilómetros por hora, ya estaban cerca de las casas.
Cuando se deja ver, ya estaba bajo la nube de lluvia, en la parte baja muy cerca de las casas', dijo a Reuters. 'Estaba ya demasiado cerca de la aldea', añadió.
Mientras, en Ciudad de Guatemala, las autoridades no entendieron la magnitud de la erupción, lo que provocó que el nivel de alerta para evacuaciones obligatorias no se elevó lo suficientemente rápido, admitieron el miércoles los jefes de las agencias gubernamentales responsables.
El fiscal guatemalteco dijo el jueves que abriría una investigación sobre si se siguieron los protocolos para la toma de decisiones adecuada en el manejo del desastre.
En una tensa reunión en el Congreso de Guatemala el miércoles, el jefe del instituto de vulcanología acusó a su homólogo de la CONRED de no prestar atención a los boletines que advierten que Fuego estaba en una erupción peligrosa.
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El jefe de CONRED, Sergio Cabañas, aceptó que la orden de evacuación fue lenta, pero culpó a los vulcanólogos de no ser suficientemente explícitos de que la situación era peligrosa. Los informes no incluían suficientes detalles sobre la actividad volcánica y a qué comunidades afectaría, dijo.
Cuando se le preguntó si había recibido un boletín, respondió: 'Claro, pero no dice nada'. El primer boletín de los vulcanólogos advirtió sobre los flujos piroclásticos que descendían de Fuego el domingo a las 06.00 hora local (1200 GMT), unas ocho horas antes de que la agencia del desastre intensificara seriamente los esfuerzos de evacuación.
EVACUACIÓN CAÓTICA
Las familias que se esfuerzan por aceptar la pérdida de vidas y hogares en la aldea más afectada, El Rodeo, en el sur de Fuego, también señalaron con el dedo al Gobierno por no hacer más para advertirles.
El obrero de la construcción Víctor Martínez, de 42 años, lloró la muerte de su amigo, un pastor que murió dentro de una iglesia del pueblo enterrada bajo las cenizas. Los cinco nietos del pastor también perdieron la vida.
Por causa de CONRED han muerto muchas familias; por eso es la responsable de todo eso por no sacar a las personas', dijo después de excavar durante horas entre las cenizas para recuperar el equipo de audio de la iglesia.
Cuando las órdenes de evacuación llegaron a las aldeas, la respuesta fue caótica y los flujos ya estaban cayendo a través de la nube que cubría la montaña.
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Aquí vimos pasar a la gente de CONRED en sus carros, pero mi esposa se dio cuenta cuando la gente ya venía huyendo', dijo el electricista José Amílcar Acajabón Fuentes, de 45 años, quien junto con su esposa se unió a la multitud que huía corriendo para escapar.
Vía: Reuters