El autor del asesinato de la joven Laura Luelmo, el femicidio que conmocionó a toda España, confesó su crimen en un extenso relato conocido este miércoles, en el que detalló cómo engañó a la joven, la forma en la que la dejó inconsciente y su supuesta defensa, alegando que la abandonó cuando todavía estaba viva.
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El cadáver de la mujer de 26 años fue hallado por un vecino de El Campillo a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad, en Huelva. Rápidamente, las sospechas se centraron en Montoya, quien tiene antecedentes de asesinato e intento de violación.
A sus 50 años, el homicida ha cumplido dos condenas. En 1995, asesinó a una anciana de 82 años y pasó 17 años en prisión (cinco años antes de cumplirse la totalidad de la condena). Además, pasó otros dos años por un robo con violencia, pero quedó en libertad hace pocos meses.
El periódico ABC y varios programas policiales reportaron el testimonio que ofreció a la Guardia Civil:
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La chica salió de su casa y se me acercó a preguntarme algo. Yo estaba sentado en una silla en la puerta de la mía, que están frente a frente. Ella me dijo:
Hola, vecino, oye, ¿sabrías de algún supermercado por aquí? Es que soy nueva.'
Yo le respondí: 'Claro, mujer', y le di una dirección. La engañé, porque la mandé a un callejón sin salida donde no había supermercado ni nada.
En cuanto se alejó un poco, yo corrí a por mi coche. Me monté, y dando un rodeo llegué primero al callejón. Allí esperé a que llegara. Cuando la chica apareció en el callejón sin salida, se quedó como sorprendida y me preguntó: '¿Qué haces aquí?' Y mirando hacia los lados dijo:
¿Y dónde está el supermercado?' Entonces, sin decir palabra, la agarré y golpeé con violencia su cabeza contra el maletero de mi coche. Quedó inconsciente en el suelo. Tenía una cuerda en el vehículo y aproveché un trozo para atarle las manos a la espalda.
La metí en el maletero del coche y la envolví en una manta con el propósito de agredirla sexualmente después. Conduje hasta el lugar donde la encontraron.
Al llegar, la desnudé de cintura para abajo y traté de violarla, pero a pesar de que ella estaba inconsciente, no lo conseguí. Lo intenté, pero nada. Juro que al final no la agredí sexualmente.
Luego me asusté. La saqué del coche y la trasladé como pude hasta la zona de las jaras. Y me fui corriendo, pero juro que cuando yo la dejé allí, ella todavía estaba viva. Me fui corriendo. Llevaba en el coche las zapatillas de la chica y el teléfono. De regreso a casa tiré el teléfono en un contenedor y unos minutos después las zapatillas en otro contenedor.
Llegué a casa e intenté dormir, pero no lograba conciliar el sueño. Así que decidí salir a andar. Salí de casa a dar un paseo.
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Los días siguientes iba a ver a gente, a conocidos, a amigos y luego regresaba a casa, hasta que un día vi a la Guardia Civil. El sábado por la tarde traté de entrar en mi casa, pero estaba allí la pareja de la Guardia Civil. Al verles, salí corriendo para no volver.
Medios españoles aseguran que el cuerpo de la profesora de 26 años apareció con un golpe en la frente y rastros de violencia sexual.