Las historias de los médicos que atienden a los pacientes con covid-19 son muchas.
Pero en la comarca de Guna Yala sobresale la historia del Dr. Ricardo Cedeño, médico interno que atiende en la isla Agligandi.
Oriundo de Chitré, provincia de Herrera, Ricardo también pertenece al Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), entidad que le permitió estudiar la medicina.
En este tiempo de coronavirus, su aporte ha sido tan significativo que se ha ganado el amor de sus pacientes. Y el amor es vicerversa, ya que también ha estado sufriendo por ellos.
Uno de esos momentos fue cuando falleció un señor con las iniciales O. W.
Cuenta que todo comenzó el 28 de marzo, cuando a las 8:00 a.m. llegó dicho paciente. “Su piel caliente al tacto daban referencia a signos evidentes de fiebre; mostraba dificultad respiratoria y casi no podía mantenerse en pie. Lo abordé inmediatamente a su llegada, sin imaginar que más tarde podríamos estar enfrentando otra realidad, elevando su atención a tercer nivel, esta vez en el Hospital Santo Tomás”.
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Se trataba del primer paciente de la comunidad de Agligandi, que hasta la fecha tiene 102 casos acumulados, pero ya sin casos activos.
En su informe cuenta que este paciente falleció días después.
Apenas era el inicio de una lucha que pondría a prueba la paciencia y la resistencia del personal de salud que atendía en la isla, ya que los casos empezaron a aumentar y la población parecía no hacer caso a las medidas de distanciamiento social, la cuarentena y el uso de las mascarillas.
AUMENTO DE CASOS
“Las cartas estaban sobre la mesa, teníamos ya al menos 13 positivos del grupo anterior y algunas muestras en espera de resultado. Mientras transcurrían los días llegaban pacientes con problemas respiratorios, fiebre y tos”, relata.
“Mientras los casos positivos iban en aumento y se aislaban dentro de instalaciones de salud improvisadas en el Colegio Simral Colman y la casa de la cultura, más y más pacientes llegaban y algunos complicados, lo cuales se tenían que trasladar al Hospital Santo Tomas”.
"El 20 de abril comenzó la verdadera realidad. Nunca pensé vivir en carne propia lo que estaba pasando, pacientes complicados venían, pacientes complicados trasladábamos, compañeros del centro caían contagiados y sentíamos que íbamos perdiendo la batalla.
El escenario era dantesco y era de admirar el gran liderazgo del Dr. Basilio Rivera y la Dra. Maydel Martínez, que directa e indirectamente nos alentaban a seguir trabajando".
“El cansancio nos agobiaba, no parábamos, mientras que un grupo salía a la comunidad a evaluar a los contactos, otro grupo veía a los positivos que iban aumentando de 13 a 36 casos y de 36 sucesivamente, hasta llegar a 56 positivos. El ambiente estaba tenso, la ansiedad se apoderaba de algunos funcionarios, quienes tuvieron que irse y abandonar el lugar”.
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ENEMIGOS
“Teníamos varios enemigos, por un lado la infección que seguía cobrando terreno y por otro la resistencia del pueblo para acatar las normas establecidas por el MINSA. También al salir al pueblo era evidente la discriminación de algunas personas hacia el personal de salud, parecía que nosotros éramos la única fuente de infección”.
“El tiempo transcurría, veía a mis compañeros y compañeras, en la noche con notables signos de cansancio y sus rostros lesionados por el uso prolongado de la mascarilla N95 todo el día; planeábamos para el día siguiente el plan de trabajo. Pronto amanecía y ya estábamos listos para enfrentar al enemigo”.
EL MENSAJE DE MAYDEL
“Poco a poco el pueblo fue adaptándose al cambio, sin embargo, no era suficiente. Alzo su voz la Dra. Martínez y dio un mensaje con mezcla de sentimientos entre aliento y preocupación que conmovería de verdad, en el cual les pedía a los residentes de Ailigandí, comprensión y sobre todo que se mantuvieran aislados y no realizaran reuniones. Luz en medio de la oscuridad, dicho mensaje se volvió viral y logró el efecto deseado que las autoridades de MINSA pretendían.
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De igual manera sirvió de manera indirecta que dichas autoridades comprendieran que la comarca Guna Yala y sobre todo el pueblo de Agligandi carecía de atención, gente olvidada que necesitaba insumos, necesitaba alimentos, medicamentos y muchas otras necesidades que sin lugar a duda anteriormente eran ignoradas”.
BAJÓN DE CASOS
“El tiempo avanzaba y era 15 de mayo, un día antes de la entrada hacia la isla, con mente positiva y con justa razón, ya los casos estaban en descenso notablemente según nos comentaban nuestros compañero. Al llegar a la isla se percibía un ambiente totalmente distinto al anterior, se sentía tranquilidad, se sentía paz, era sorprendente ver mi comunidad diferente, y la escuela que sirvió de albergue, mantenía pocas personas. En ese entonces me dí cuenta de que el arduo trabajo no fue en vano. No bajamos la guardia. Salimos al campo de una manera de contraataque a buscar ese enemigo silencioso que trajo desequilibrio, tristeza y muerte a la comunidad, ya no había miedo”.
“¿Puedo expresar sentimientos en este momento? ¡Claro que sí! Siento que cada uno tiene su propia historia que contar, yo tengo la mía. Compañeros de Agligandi, al final escribiremos que triunfaremos ante este enemigo invisible”.
“Le agradezco a mi Dios todopoderoso, por nunca abandonarme y por aquellas personas que siempre me dieron esa voz de aliento, para seguir trabajando por mi comunidad y poder decir con seguridad que nunca me arrepentiré de haber tomado como opción trabajar en la comarca y sobre todo estar frente a esta crisis sanitaria”.
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