Un hombre en un charco de sangre y su sorpresiva muerte. Otro borracho y desnudo en la habitación de un hotel cercana a una piscina, un cura involucrado, eran demasiadas pistas para que se tratara de simple crimen. ¿Había algo más?
La Fiscalía Metropolitana de Homicidios como buena sabueso lo presentía y no se quedó tranquila. Comenzó a reunir el rompecabezas pieza por pieza.
No fue fácil. Había pasado algo de tiempo, pero en el acto de investigación de la Fiscalía se dejaba constancia de que lo ocurrido en la habitación #47 del Hotel El Panamá no había sido una fiesta cualquiera. Hubo licor, placer, enfrentamientos y el nombre del cura David Cosca comenzó a sonar con fuerza.
¿Y qué hacía un cura en horas de la tarde en la habitación de un hotel?
Estas y otras preguntas se hacía la Fiscalía, porque ya sabía que la víctima era Eduardo Calderón, de 37 años de edad, y el imputado era su excuñado Hidadi Santos Saavedra, de 42 años.
Lo que pasó la noche del 7 de julio de 2018 estaba por destaparse.
La Sección de Homicidio ya había inspeccionado el Hotel El Panamá. Se dio cuenta de que habían limpiado la habitación, revisó las cámaras de vigilancia y los registros de entradas y confirmó que el cura David Cosca había estado en ese lugar.
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Pero había algo más. No solo estuvo por espacio de una hora en la habitación #47 con su antiguo monaguillo, sino que la había separado y pagado con una tarjeta de crédito. No quedaba de otra. Había que entrevistar al presbítero.
Esa decisión se tomó ante una comunidad escéptica con el Ministerio Público. Le correspondió al fiscal de Homicidios, Emeldo Márquez, tomarle declaración al famoso sacerdote David Cosca.
Una de las cosas que llamó la atención fue que el religioso llegó al Hotel El Panamá alegre y presuroso y sin ningún problema de movilidad evidente, pero cuando lo citaron en la Fiscalía de Homicidio acudió con un bastón y se quejaba de varias afecciones físicas. El cambio era radical.
La Fiscalía le indicó que era requerido como testigo y que le tomarían una entrevista.
Allí a Cosca no le quedó otra. Tenía que confesarse con la ley.
Cosca aceptó que sí había acudido a la habitación #47 del Hotel El Panamá. Estuvo cerca de una hora solo con Hidadi Santos Saavedra, su antiguo monaguillo.
En la entrevista, el sacerdote lo identificaba como su “sobrino” y agrega más. Él mismo había separado la habitación #47 y la había pagado con su tarjeta de crédito a nombre de Hidadi Santos Saavedra, quien ahora estaba imputado por el homicidio de su íntimo excuñado.
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Es a partir de este momento que los comentarios sobre el padre David Cosca, conocido por sus eventos de Explosión Juvenil en el templo Divina Misericordia de Paitilla ya no eran invento de los medios ni saña de las autoridades judiciales.
LOS PECADOS DEL PADRE
Ante la confesión de Cosca y la magnitud de un homicidio doloso que se investigaba, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, se vio obligado a dar la cara.
Ulloa dijo en conferencia de prensa que un sacerdote (sin mencionar nombre) había sido separado de sus funciones como párroco y sus deberes como presbítero.
Precisó que la decisión se mantenía “mientras se realizan las diligencias correspondientes a un proceso judicial en que ha sido mencionado”.
El arzobispo no dio más detalles, ni siquiera contestó las preguntas de los periodistas. Evidentemente trataba de bajarle el perfil al hecho y no era para menos.
Faltaban semanas para que el papa Francisco visitara Panamá con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. La “bomba” estallaba y el señalado no era otro que el promotor del evento denominado Explosión Juvenil, realizado por más de 20 años en la Divina Misercordia.
De ahí en adelante la Iglesia trató que el tema se enfriara mientras crecía la emoción por la llegada del papa Francisco a Panama (enero del 2019).
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Así fue. Pero mientras la Iglesia guardaba silencio, la abogada Saray Blaisdel, defensora del testigo Valentín Calderón, decía que todo apuntaba a un “crimen pasional”, pero que el cura no tenía nada que ver.
Mientras la letrada trataba de “perdonar” por adelantado al sacerdote, el hermano de crianza de la víctima, identificado por las autoridades como Ramiro Acevedo, hacía reveladoras declaraciones. Dijo bajo juramento que “Hidadi Santos Saavedra mantenía una relación más allá de la amistad con el padre David Cosca”. Por ello, “siempre conseguía muchos beneficios, entre ellos hospedajes en hoteles y en talleres de autos”.
Acevedo precisó que el cura siempre le brindaba apoyo económico a Hidadi, quien se ha declarado en todo momento inocente de la muerte de su excuñado.
Es decir, el imputado no solo al parecer mantenía una relación íntima con el cura Cosca, sino también con su excuñado y ambos estuvieron esa misma noche en horas distintas en la habitación #47.
Las declaraciones del familiar de la víctima fueron valiosas. Dijo que el vínculo entre Cosca e Hidadi era “muy fuerte” y data de la niñez del ahora imputado, porque fue monaguillo desde niño en la parroquia del sacerdote. Agregó que incluso acostumbraba a participar de las reuniones familiares de Hidadi.
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Con la decisión de la Iglesia de suspenderlo y con los testimonios reveladores sobre sus prácticas secretas, al sacerdote no le quedó otro camino que buscar abogado. Desde entonces tiene los servicios del exclusivo procesalista Javier Quintero.