El año 2024 ha estado marcado por una alarmante ola de violencia en Panamá, con 527 homicidios registrados hasta noviembre, según datos de Mi Diario. Esta cifra refleja un preocupante aumento en los hechos de sangre en comparación con el mismo periodo del año pasado, cuando se contabilizaron 499 crímenes. Si la tendencia continúa, el año podría cerrar superando los 556 asesinatos reportados al finalizar 2023, confirmando una escalada de violencia bajo los primeros meses del mandato presidencial de José Raúl Mulino.
La región metropolitana lidera el conteo: Panamá concentra 196 asesinatos, seguido de San Miguelito con 88 y Colón con 108. En contraste, provincias como Herrera y Los Santos registran las cifras más bajas, con apenas 6 homicidios cada una. Sin embargo, las estadísticas no solo reflejan números, sino vidas perdidas. Entre las víctimas, 44 son mujeres, de las cuales 19 casos fueron tipificados como femicidios. Trágicamente, este noviembre marcó uno de los meses más violentos para las mujeres, con casos desgarradores como el de Mayra Escudero, secuestrada y ejecutada en Chilibre, y Maribel Leyda, asesinada durante un tiroteo en Juan Díaz.
Los jóvenes entre 18 y 24 años encabezan la lista de víctimas con 120 fallecidos, una cifra que evidencia cómo la violencia golpea con fuerza a la población más joven. La naturaleza de los crímenes varía desde tiroteos hasta femicidios perpetrados por personas cercanas a las víctimas. Uno de los casos más estremecedores fue el de Danisee Zúñiga Guerra, asesinada por su expareja, un subteniente del Senafront, en Darién. Este escenario ha generado preocupación en la sociedad, que exige respuestas y medidas efectivas para frenar el aumento de la violencia.
Mientras el país lidia con estos números alarmantes, el llamado a fortalecer las políticas de seguridad se vuelve urgente. Las cifras son un recordatorio del desafío que enfrentan las autoridades para proteger a sus ciudadanos y revertir una tendencia que parece no detenerse.