La noche del miércoles 18 de diciembre, un enfrentamiento armado entre la Policía Nacional y Moisés Alberto Lacio Parris, de 28 años, dejó al joven sin vida en el sector D de San Joaquín, Pedregal. Según las autoridades, Lacio Parris portaba una cangurera con un arma visible y, al recibir la orden de detenerse, respondió con disparos mientras intentaba escapar. Los agentes neutralizaron la amenaza con fuerza letal, hiriéndolo en el torso. Tras ser trasladado por familiares a la Policlínica JJ Vallarino, los médicos confirmaron su fallecimiento.
En el lugar de los hechos, se recuperaron una pistola Glock 19 con dos proveedores, una réplica de arma de fuego y cinco bolsas con hierba seca. Además, la pistola estaba registrada a nombre de un hombre con las iniciales A.G.R.A., quien no fue aprehendido, pero cuya documentación será investigada por presuntas alteraciones. Lacio Parris, conocido por las autoridades, tenía un historial que incluía en 2021 una aprehensión junto a otras siete personas en un operativo relacionado con delitos de pandillerismo en el sector de Las Multifamiliares, Pedregal. También fue señalado como agresor en un caso de 2020, donde dos hombres resultaron heridos de bala.
Este incidente se suma al escalofriante conteo de homicidios en el país, que ya alcanza los 33 en diciembre y 568 en todo el año. Con estas cifras, el 2024 se perfila como el año más violento de los últimos nueve, un reflejo de la creciente inseguridad que azota a las comunidades.
El caso de Moisés Lacio Parris es solo un ejemplo de la compleja batalla contra el crimen en Panamá, donde la violencia y el crimen organizado siguen dejando víctimas y secuelas en la sociedad.