La muerte de tres mujeres panameñas hace más de 50 años encierra el extraño comportamiento del ciudadano Silvano Ward Brown, considera- do uno de los primeros asesinos en serie en Pa- namá y quien pagó 30 años de condena, que concluyeron el 24 de junio de 1993.
En el año 1973 corrió el rumor por toda la ciudad capital de que había un hombre desalmado que mataba a las mujeres utiizando en ese entonces un nuevo modus operandi, donde las estrangulaba con suéteres y cinturones atados al cuello, pero an- tes de ese rumor el ase- sino ya había matado que no las reconocieran.
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Con tan solo 18 años Silvano, oriundo de Chi- riquí, cometió su primer hecho de sangre en 1959, cuando buscaba una casa en San Francisco, donde se metió a robar y fue cuando observó a Paula Caballero, quien en ese momento se estaba des- vistiendo. Ella fue ata- cada por Silvano con un cuchillo con el que le hizo una herida mortal en el costado izquierdo. Tras caminar algunos pasos, Paula cayó muerta.
Silvano en su indaga- toria recordó las últimas palabras de la mujer: 'Ay, madre mía; Dios mío'.
Por este homicidio, pagó una condena de 12 años en el penal de Coiba, de donde salió el 4 de diciembre de 1969. Pero poco fue el escarmiento del encierro, ya que en 1973, a sus 32 años, volvió a la delincuencia.
VOLVIÓ A CAER
El 8 de junio de 1973 Sil- vano volvió a aparecer con sus atroces ataques a
escena del hallazgo del cadáver fue la vía Tran- sístmica, cerca del Tem- plo Bahá’i, donde yacía el cuerpo de Dalila Gaitán Troya, de 22 años de edad, quien estaba des- nuda y tenía atado en su cuello un suéter y presentaba múltiples golpes en el rostro.
Esa madrugada Silva- no, luego de vigilar a la mujer, la recogió en la avenida de Los Mártires y la llevó a una casa de oca- sión en la Transístmica, donde pagó 15 dólares por el servicio, pero al sufrir de problemas de erección, reclamó su dinero, el que no le fue devuelto.
La acción encolerizó a Silvano, quien golpeó a Dalila y luego la estran- guló. Después confesó: 'No se puede justificar la muerte de estas mujeres; pegarles hubiera sido su- ficiente, pero así son las vainas'.
El homicida en serie, sin ningún remordimiento, se paseaba por la ciudad e insistía en perpe- trar sus macabras haza- ñas, esta vez en perjuicio de la colombiana Rosa María Gómez Orlas, de 23 años, otra alternadora que fue encontrada en la carretera forestal que conduce a Chilibre.
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El cuerpo de Rosa Ma- ría fue hallado en la mis- ma posición que la an- terior víctima y en su cuello mantenía un fajón. Las autoridades coinci- dieron en que era el mis- mo homicida de Dalila.
Según testimonio de Silvano, al tratar de acos- tarse con la mujer en- frentó otra vez problemas de erección y al volver a intentarlo una segunda vez tampoco pudo, lo que provocó las burlas de la mujer, a quien golpeó y estranguló con las manos y luego con una correa.
SE CONFIESA
Las pesquisas del extinto Departamento Nacional de Investigaciones (DE- NI), dirigido por Darío Arosemena, llevaron a Silvano, quien durante el interrogatorio confesó ser el victimario de am- bas mujeres. Las autori- dades determinaron que Silvano anteriormente había asesinado a una primera mujer a la edad de 18 años. En total fue- ron más de 30 años de prisión los que pagó.
CINTURÓN LO DELATÓ
Una vez atraparon a Silvano, quien días antes te- nía una vida normal como una persona trabajadora, descubrieron que parte del cinturón de la colom- biana Rosa María estaba atorado en el carro del homicida, haciendo más efectiva su participación en el crimen.
Fue catalogado como un psicópata del grupo amoral y perverso sexual. Personas que muestran trastornos de sus instin- tos sexuales, tanto por el desvío como por la finalidad de la sexualidad. A las dos últimas mujeres las llevó a una casa de ocasión.
Es una persona aparentemente impotente con reacciones de bru- talidad ante los conflictos de su propia condición, según datos de Cuader- nos Panameños de Cri- minología de la Universidad de Panamá.
Por: Carolina Sánchez
Fotos: Elysée Fernandez
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