Ante todos los panameños que nos merecemos un país grande, tolerante, pluralista, respetuoso, donde se pueda hacer una JMJ, un mundial de fútbol, el concierto de la banda roquera Marduk, la feria científica, tecnológica o cultural más imponente de la bolita del mundo amén.
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Para eso necesitamos respetar a los otros, a los diferentes, a las minorías, a los que no son como nosotros y eso se logra abriendo los ojos y la mente.
No se pude construir una sociedad donde un grupo crea que su Dios es el más grande y el verdadero y el Dios del resto es falso, débil o pequeñito. Eso es fundamentalismo. Se trata de respetar todas las opiniones, pero que ninguna controle al Estado, ese que somos todos.
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Esas deben ser las lecciones de la JMJ, el evento mundial que tiene a Panamá en el ojo de la tormenta y del que ojalá salgamos bien librados no por el papa Francisco, Varela, ni el arzobispo, sino porque Panamá es el corazón del mundo y debe latir y estar abierto para todos, sin exclusiones de ninguna clase.
Que el país no lo frene un apagón o un prejuicio, sino que progrese para todos, porque nuestros verdaderos enemigos son la corrupción y la pobreza y esos jinetes de la muerte no respetan credo.
MI DIARIO