Un grupo de al menos 150 migrantes irregulares que permanecían en el Centro de Atención al Migrante (Catem), en Costa Rica, inició la noche de este lunes su retorno hacia Darién, como parte del flujo controlado coordinado entre las autoridades migratorias y de seguridad de Panamá y Costa Rica.
Se trata de los primeros tres buses en un plan que busca reducir la cantidad de extranjeros varados en la frontera de Paso Canoas. La mayoría de estos migrantes, procedentes de Colombia, Venezuela y Ecuador, llevaban más de una semana y media esperando una solución.
Los relatos de quienes han cruzado el infierno del Darién reflejan el peligro extremo que enfrentan los migrantes en su travesía hacia el norte.
“Vi a un hijo dejar a la mamá tirada. O era él o era ella. Tenía que salir a buscar ayuda”, contó un migrante, describiendo el nivel de desesperación en la selva.
“Nosotros no queremos quedarnos en su país, solo queremos que nos den un permiso para llegar a nuestros países”, expresó otro extranjero.
Los testimonios incluyen escalofriantes escenas de muertes, violaciones y robos, con migrantes narrando cómo encontraron cuerpos sin vida en su intento por atravesar la peligrosa selva.
Las autoridades panameñas y costarricenses continúan trabajando en traslados controlados para facilitar el regreso de los migrantes a sus países de origen y evitar que queden atrapados en un limbo migratorio en la frontera.