Los efectos de la covid-19 van más allá de la afectación física y económica. También está la parte emocional que no debe ser descuidada por cada individuo y sus familiares.
El Estado también debe brindar las garantías para que todo ciudadano que en su momento se sienta con una aflicción emocional pueda encontrar esa ayuda.
Y eso fue lo que no hallaron dos personas, un adulto de 50 años de La Chorrera y un niño de tan solo 10 años, de la comarca Ngäbe Buglé, que este sábado decidieron acabar con sus vidas.
El primer caso ocurrió a las 7:00 de la mañana de hoy en el sector de los Chorritos #1, corregimiento del Coco, donde familiares de Erasto Jiménez, oriundo de Los Santos, lo hallaron colgado con un cordón en un madero del humilde cuarto de zinc donde estaba.
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Familiares narraron que días atrás Erasto fue diagnosticado con la covid-19, por lo que fue ubicado en la casita que estaba detrás de la vivienda principal. No descartan que la depresión que le causó saberse enfermo derivara en su acto suicida.
Más tarde, a las 1:00 p.m. en la comunidad de Caracol, corregimiento de Cascabel del distrito de Mironó, comarca Ngabe Bugle, un pequeño de 10 años decidió quitarse la vida ingiriendo un veneno. Para el levantamiento del cadáver, los padres del pequeño lo llevaron hasta Cerro Otoe, ya que para llegar a Caracol son 8 horas, solo de ida.
Allí, en medio del proceso de levantamiento del cuerpo, manifestaron a los funcionarios que posiblemente el niño tomó la decisión porque ellos le habían llamado la atención, y ya él había manifestado que se iba a quitar la vida.
Medidas preventivas
Para evitar tragedias como estas es importante darle apoyo a una persona que manifieste depresión, sobre todo por esta coyuntura de la pandemia. Escuche a la persona y dele ánimo, recomiéndele conversar con un experto. Nunca desestime una amenaza que haga cualquier persona con quitarse la vida.