Panamá es un país caro y lo bueno es que esto ya lo saben los de arriba y los de abajo, como diría el escritor mexicano Mariano Azuela.
Antes el precio de la comida y de los artículos de primera necesidad parecían una queja de los sectores excluidos, pero ya hasta los yeyés hablan de que en Panamá son más caros una taza de café y un almuerzo que en muchos países de Europa.
Ni se diga de nuestro campo, donde incluso cinco guineos te los venden a un dólar y un plátano maduro a 50 centavos.
Es decir, el bolsillo de los panameños sigue golpeado con control de precios o sin él.
Resulta que el gobierno de Varela sin ningún estudio metió como 23 artículos al control de precios y el de Nito Cortizo apenas llega saca ocho artículos de la medida, pero sin ningún sustento o estudio, sino para complacer a los comerciantes y los que les da alergia la palabrita regulación porque sus bolsillos están llenos de dinero, pero la barriga del pueblo vacía.
El problema es tan serio que en este paisito, al consumidor ya no le importa si es con control o sin él, pero que bajen los precios y eso no lo refleja la realidad.
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