La situación social que enfrenta el país desde hace casi un mes no puede ni debe culminar con un acuerdo que se limite al control de un grupo de precios de alimentos y a un subsidio al combustible.
Tampoco puede ser la satisfacción a las demandas de uno de los protagonistas de la lucha social y que hoy se mantiene sentado en la mesa del diálogo. Porque si bien la lucha en las calles fue iniciada por un sector específico, su éxito radicó en que fue abrazada por diversos sectores en el país, que además de comida y combustible barato, reclaman por cambios profundos que ataquen la corrupción y procuren una administración pública más transparente y eficiente.
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En ese sentido, temas como la lucha anticorrupción, abultamiento de la planilla estatal, eficiencia presupuestaria y fiscal y generación de más y buenos empleos deben ser parte de una discusión en paralelo a la que se desarrolla actualmente.
Postergar esos temas nos pasará factura a todos y es garantía de que los reclamos sociales volverán en cualquier momento y quizás de manera más radical.