El señor Gilberto Lasso recuerda que desde los seis años de edad ayudaba a su padre y abuelo en la molienda de caña de azúcar en un trapiche ubicado en Palo Bobo de Cabuya, en Chame. Esos fueron sus primeros pasos para continuar una tradición de muchas décadas.
“Esta tradición la hago porque me gusta y además se recoge algo de dinero a diferencia de antes, cuando la docena estaba a 40 centavos”, manifiesta el señor Lasso, quien realiza esta labor dos o tres veces a la semana con la ayuda de su inseparable amigo el caballo ‘Juancho’, quien durante casi 14 años le ha estad
o ayudando a moler la caña.
TAMBIÉN PUEDES LEER: ¿Para qué visitar siete iglesias en Semana Santa?
Bien temprano
A las 3:00 a.m., otras veces a las 2:00 a.m. se levanta desde su pueblo de Lajas para trasladarse hasta Palo Bobo de Cabuya, donde ya tiene las cañas cortadas para la preparación del producto que ha caracterizado a su familia: “la raspadura”.
Luego se va a buscar a su caballo, quien desde las 4:00 de la mañana empieza a moler caña hasta las 10:00 a.m. aproximadamente; mientras él va metiendo la caña y se asegura de que el jugo vaya cayendo al tanque.
Horno y leña
Mientras tanto, se prepara el horno con suficiente leña. Una vez se termina de moler toda la caña, se depositan en la paila unas 10 latas de caña que deben revolverse con el “cazo” y estar pendiente de la escarcha que va desprendiendo para sacarla. Unas cuatro horas después se saca la miel de la caña, luego se baja la paila y se echa el jugo ya consumido con un aspecto casi como de cera en los moldes, donde finalmente se verá la raspadura.
“La tierra no te hará rico, pero tampoco te dejará morir de hambre”, esta frase la recuerda Gilberto Lasso de su abuelo y la repite como una forma de agradecimiento por las bonanzas que le han dado sus cultivos, entre ellos
TAMBIÉN PUEDES LEER: Rituales de la época para sahumar la casa
La caña.
Entre risas, dice que cuando la raspadura está lista casi no alcanza. Es muy solicitada, por lo que el trabajo es compensado de esa forma. Él vende a 75 centavos este producto, que ya es conocido y se queda prácticamente entre las personas del pueblo y conocidos, sin necesidad de salir a vender.
Manifiesta que esta es una labor difícil, pero de la que se siente orgulloso de continuar. La familia también lo apoya y s
e reúnen con él cada vez que anuncia que molerá caña.
Esta labor ya se ha perdido en los pueblos de Chame y es difícil que alguien la haga utilizando un caballo como su ayudante. Eso lo sabe el señor Gilberto, lo cual lo motiva a seguir preservando esta hermosa tradición.
TAMBIÉN PUEDES LEER: Alcaldía de Panamá decreta ‘ley seca’ por Semana Santa
Conócelo
Gilberto Lasso aprendió a hacer raspadura desde los seis años de edad.
Tiene 65 años de edad.
Es oriundo de Lajas de Chame.
Su trabajo lo realiza en Palo Bobo de Cabuya.
‘Juancho’ es el caballo que por 14 años lo ha acompañado.
Esta tradición la aprendió de su abuelo y su padre.
Por: Alicia Valdés