La sugerencia hecha por los gremios empresariales para liberar ciertas profesiones, hasta ahora privativas de nacionales, ha dado de qué hablar de inmediato. Y mientras el sector patronal abanica la iniciativa y los profesionales, sindicatos y obreros cierran filas en contra, el gobierno todavía no ha expresado su punto de vista.
El pedido es muy complejo y delicado y, bajo ese contexto, así mismo debe ser evaluado. En el mundo sobran las experiencias donde la mano de obra local se ha nutrido de los aportes externos. No obstante, también hay que considerar que Panamá tiene su propio contexto y realidad, por lo que cualquier iniciativa como la que se plantea debe ser abordada tomando eso en cuenta.
Ni podemos abrir la puerta alegremente ni debemos cerrarla de un portazo. Atrincherarse en sus posiciones sería un flaco favor que empresarios y trabajadores le harían a un país que forma parte de un contexto mundial, que crece y que necesita ser más competitivo para garantizar el bienestar de todos sus ciudadanos.