Las graduaciones de los estudiantes, que por estos días se desarrollan de manera presencial, son una especie de bálsamo en medio de los efectos negativos de la pandemia por la covid-19.
Es un acto de logro y la ratificación de la premisa de que todo esfuerzo tiene su recompensa. Y es que estos chicos ejemplifican el triunfo sobre una calamidad sin precedentes, y es nuestro deber como sociedad garantizarles las oportunidades para que sigan fortaleciendo su proceso de aprendizaje o ingresen con éxito a la vida laboral.
Y estemos claros en que el de ahora es un primer gran paso del largo camino para quienes siguen su formación educativa. De allí que y debe ser una consigna nacional hay que continuar el proceso para que en el año lectivo 2022 todo plantel del país esté listo para recibir y atender a sus estudiantes con los insumos necesarios, docentes nombrados y una visión integrada de hacia dónde queremos llevar nuestro sistema educativo.
La pandemia nos ha hecho perder mucho y ya es momento de recuperar el tiempo perdido.