El comercio marítimo mundial crece cada año, con la ayuda de los canales que conectan los océanos y reducen el tiempo de transporte, el consumo de energía y las emisiones de carbono. Tras las recientes expansiones de los canales de Panamá y de Suez, las especies de peces no nativas están invadiendo nuevos hábitats, según un nuevo informe en Nature Ecology and Evolution realizado por investigadores del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Panamá y el Centro Leibnitz de Investigación Marina Tropical (ZMT) en Alemania.
“Estamos observando un cambio de peces predominantemente de agua dulce a peces marinos en el Canal de Panamá (lago Gatún) en un corto período”, comentó Mark Torchin, ecólogo marino de STRI. “La preocupación es que, si continúan las invasiones, hay una buena posibilidad de que algunos de esos peces se muevan al otro océano, con consecuencias ambientales desconocidas”.
Las esclusas más grandes para permitir el tránsito de embarcaciones NeoPanamax (buques demasiado grandes para pasar por las esclusas originales construidas en 1914) a través del Canal de Panamá se terminaron en el 2016. La expansión del Canal de Suez para incluir un nuevo canal de 35 kilómetros concluyó en el 2015.
“Durante las fases de planificación de ambos proyectos, los investigadores advirtieron sobre los riesgos de ampliar estos dos canales”, comentó Gustavo Castellanos-Galindo, becario postdoctoral en STRI y científico invitado en ZMT. “Este informe documenta esos cambios en tiempo real”.
Solo cuatro años después de la expansión del Canal de Panamá, el monitoreo a largo plazo registró la presencia de 11 nuevas especies de peces marinos en el lago Gatún, que ha servido como una barrera de agua dulce para el movimiento de la fauna marina entre los océanos Pacífico y Atlántico desde que el canal inició operaciones en 1914. Esto eleva el número total de especies de peces marinos conocidas en el lago de 18 a 29. Los peces marinos como jureles, róbalos, mojarras y malachos han reemplazado por completo a los peces de agua dulce en algunas partes del lago.
La salinidad en el lago aumentó, aunque aún no se ha determinado la causa. Las posibilidades incluyen un mayor tráfico de buques y uso de esclusas, además del diseño de las nuevas esclusas, que incorpora la recirculación de algo del agua de esas esclusas.
“Estas invasiones de peces marinos son una señal de alerta temprana de lo que podría suceder si no se toman medidas correctivas”, comentó Castellanos-Galindo. “A lo largo de ambas costas de Panamá hay cientos de especies de peces que podrían tolerar las condiciones de un canal incluso ligeramente salobre. No sabemos cuáles serían las consecuencias ecológicas y socioeconómicas de estos peces que cruzan el canal hacia el Pacífico o el Atlántico”.
“Podemos documentar las invasiones del Canal de Panamá porque tenemos buenos datos de pre-expansión, estandarizados y cuantitativos”, comentó D. Ross Robertson, ictiólogo de STRI. “Necesitamos salir para recopilar más datos para averiguar exactamente qué está sucediendo y proporcionar la ciencia que ayudará a los responsables políticos a mitigar el impacto potencial. Este es un muy buen ejemplo de cómo la pandemia ha interrumpido el trabajo de campo con importantes implicaciones para la toma de decisiones ambientales”.
Mientras que la barrera para los peces que cruzan de océano a océano en Panamá es un lago de agua dulce, en la ruta de Suez, los Lagos Amargos eran originalmente más salados que el Mediterráneo y el Mar Rojo, lo que también limitaba el movimiento de especies. No obstante, a lo largo de la historia del Canal de Suez, más de 400 especies animales no nativas, incluidas más de 100 especies de peces marinos del Mar Rojo, han entrado en el Mediterráneo. Con la expansión del canal, el aumento del flujo de agua diluyó los lagos y ocho nuevas especies de peces ingresaron al Mediterráneo durante los últimos cinco años.
Debido a que las tarifas de navegación a través de los canales representan aproximadamente el 10% del producto interno bruto en Panamá y Egipto, existe un incentivo económico para continuar aumentando el tráfico a través de los canales. Los autores sugieren soluciones creativas y científicas para limitar el daño medioambiental y socioeconómico. Proponen que la Década de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) puede brindar la oportunidad ideal para garantizar que los canales se incluyan en la política marítima internacional para limitar los impactos ambientales y económicos de las especies invasoras.
Además, debido a que los cambios en las políticas pueden llevar mucho tiempo implementarlos, también sugieren que la industria del transporte marítimo podría abordar este problema de manera proactiva.
La agencia de las Naciones Unidas responsable del transporte marítimo sostenible, la Organización Marítima Internacional, ha implementado directrices y obligaciones para reducir la propagación de especies no autóctonas a través del agua de lastre, pero no se aplican específicamente a los canales.
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En el caso del Canal de Suez, puede ser posible utilizar el efluente hipersalino de las plantas de desalinización para hacer que los Lagos Amargos sean más salados nuevamente, con la salvedad de que esta alternativa debe estudiarse cuidadosamente antes de implementarla. En ambos casos, las herramientas de monitoreo sofisticadas —utilizando ADN en muestras de agua para generar listas de las especies detectadas y usando sonido para detectar invasores— pueden ayudar a atrapar a estos invasores antes de que establezcan grandes poblaciones. La tecnología también puede ponerse a trabajar para abordar directamente la invasión por medio de barreras acústicas y/o eléctricas para disuadir a los invasores.
Los autores esperan que todas las partes interesadas reconozcan la importancia de tener los mejores datos científicos a mano mientras diseñan nuevas políticas y medidas de mitigación.
Especial del El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI)