La sombra de Martinelli y su garulilla amenaza una vez más la democracia, pero más allá de una candidatura presidencial, lo que está de fondo es la corrupción, que está por todos lados y que si la mayoría de la población no se une, seguirá manteniendo secuestrada la vida pública a través de la mayoría de los partidos tradicionales.
Por ello, es meritorio los que se han atrevido a mojarse las rodillas y no están desde su comodidad tratando de hacer arreglos para ganar otra elección, porque ya esa experiencia la hemos vivido y ha sido un fracaso.
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Este país necesita a los mejores hombres y mujeres no solo para ganar una elección, sino para transformar un país por medio de una reforma constitucional (que no les gusta a muchos), reglas electorales claras y participativas y una administración pública transparente e independiente de la cabeza a los pies.
Ahora es que se va a ver si los intereses del país son superiores a las agendas personales y ojalá haya voluntad para rescatar a Panamá, que no merece ni a las actuales autoridades ni a los jinetes de mil cabezas de la corrupción.