La Semana Santa genera toda clase de opiniones, sentimientos, prácticas y creencias.
El Jueves Santo, por ejemplo, es la fiesta cristiana que inicia el Triduo Pascual, es decir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; la Iglesia católica conmemora, en este día, la institución de la eucaristía (en la Última Cena) y el lavatorio de los pies.
Pero más allá de lo anterior, algunos católicos han desarrollado toda una mística alrededor de este día, que se desborda hasta en la necesidad de visitar siete iglesias. Pero, ¿vale la pena esta tradición?
SENTIDO HISTÓRICO
Según el sitio catholic.net, la idea la inició San Nelipe Neri (1515-1595) en Roma, hace casi 500 años. La iniciativa surgió porque este religioso percibía un catolicismo indiferente con el que tanto las autoridades eclesiásticas como los fieles se alejaban de la verdadera fe cristiana.
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Su propuesta le generó un saldo negativo, puesto que fue perseguido y acusado de crear ideas extrañas. Aunque en poco tiempo pudo revertir esa acusación y probar su inocencia, a tal punto que se le empezó a llamar el Apóstol de Roma, epíteto que lo situó detrás de san Pedro y san Pablo, figuras importantes para el cristianismo.
La idea inicial consistía en visitar las basílicas mayores de Roma y hacer catequesis a lo largo del recorrido; en el trayecto se oraba, se cantaba y se profundizaba en los misterios de la fe. Con los años, esa peregrinación se convirtió en una oportunidad para preparar con mayor énfasis el Triduo Pascual.
La visita fue ganando simpatía en el tiempo hasta lograr una mejor organización. San Juan Pablo II la promovió para el Jubileo del 2000; y en el Año Jubilar de 2015 se aprovechó para conmemorar el quinto centenario del nacimiento del santo Felipe.
SENTIDO CATEQUÉTICO
La idea de este apóstol ha sido copiada en varias partes de Latinoamérica y ha ganado terreno en nuestro país; sin embargo, para algunos fieles esta práctica no tiene sentido si no va acompañada de una seria meditación profunda sobre la razón del sacrificio de Jesús y un deseo de conversión plena.
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Pero para algunas autoridades de la arquidiócesis nadie tiene la potestad de juzgar a quienes realizan esta devoción, ya que si los creyentes la hacen con respeto, meditación y un sentido conmemorativo cumplen con un sentido evangélico. El problema surge cuando se convierte en una costumbre vana e insípida.
Datos:
Desde sus inicios se ha tratado de ligar este evento con todos los acontecimientos antes de la Pasión, por ello el recorrido se acompaña de meditación y oración.
Primera visita
Recordamos el trayecto de Jesús desde el Cenáculo (en donde celebra la última cena con sus discípulos) hasta el huerto de Getsemaní, donde ora y suda sangre.
Segunda visita
Meditamos sobre el paso desde el huerto de Getsemaní hasta la casa de Anás, donde fue interrogado y abofeteado.
Tercera visita
Reflexionamos en el recorrido de Jesús hasta la casa de Caifás, donde es escupido, insultado y maltratado.
Cuarta visita
Se recuerda la comparecencia de Jesús ante Pilatos, donde fue acusado por los judíos que levantaron falsos testimonios contra él.
Quinta visita
Conmemoramos la comparecencia ante el rey Herodes, quien junto con sus guardias también lo injurian.
Sexta visita
Rememoramos la segunda comparecencia ante Pilatos y el momento en que Jesús es coronado con espinas y condenado a muerte.
Séptima visita
Acompañamos en oración el recorrido de Cristo desde la casa de Pilatos hasta el Monte Calvario llevando la cruz a cuestas, su muerte y su paso al sepulcro, de donde resucita al tercer día.