Panamá ocupó el puesto 101 de 180 en el ranking global del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC 2022) de Transparencia Internacional, con una calificación 36 sobre 100.
Los 36 puntos del Índice de percepción de la Corrupción que publica la Organización para la transparencia internacional no ha sufrido ningún cambio respecto a la obtenida en 2021.
Pero Panamá mejora su situación hasta la posición número 101, de los 180 del ranking de corrupción gubernamental. Pero el tema sigue siendo #1 entre los ciudadanos de Panamá.
La percepción de la corrupción en los últimos cinco años en Panamá ha empeorado, lo que ha venido acompañado de un descenso de su posición en el ranking internacional de corrupción.
Éste índice clasifica a los países de 0 (percepción de altos niveles de corrupción) a 100 (percepción de muy bajos niveles de corrupción) en función de la percepción de corrupción del sector público que tienen sus habitantes.
Solo la semana pasada, el Departamento de Estado de Estados Unidos, por intermedio del Secretario de Estado, Antony Blinken, señaló directamente al expresidente panameño Ricardo Martinelli como “corrupto”. Esto luego que sus hijos Luis Enrique y Ricardo Martinelli pagaran condena en Estados Unidos al confesara que lavaron dinero de las coimas de Odebrecht en EE.UU.
El Índice de Percepción de la Corrupción que Transparencia Internacional que se dio a conocer hoy en horas de la mañana pone de manifiesto que la mayor parte del mundo sigue sin combatir de lleno la corrupción: el 95 % de los países solo han conseguido avances mínimos o nulos desde 2017, señala la página oficial de TI.
Dentro de este grupo se encuentra Panamá.
Delia Ferreira Rubio, Presidenta de Transparency International, manifestó que: “La corrupción ha hecho que nuestro mundo sea un lugar más peligroso. Los gobiernos no han logrado, de manera colectiva, contrarrestar este fenómeno y, con esto, agudizan el aumento de la violencia y el conflicto que se observa en la actualidad, lo cual plantea peligros para las personas de todas partes del mundo. La única salida ante esta situación es que los Estados enfrenten la ardua tarea de erradicar la corrupción en todos los niveles para asegurar que los gobiernos trabajen para todas las personas y no solo para una élite reducida”.
A NIVEL GLOBAL
El IPC 2022 clasifica 180 países y territorios según las percepciones que estos tienen sobre el nivel de corrupción en el sector público, empleando una escala de cero (muy corrupto) a 100 (muy baja corrupción).
En 43 de ellos, el promedio global del IPC sigue sin mostrar variaciones, por undécimo año consecutivo, y más de las dos terceras partes de los países tienen un problema grave de corrupción y una puntuación inferior a 50.
Dinamarca (90) ocupa el primer lugar en el índice de este año, y Finlandia y Nueva Zelanda se ubican muy cerca, ambos países con una puntuación de 87. La solidez de las instituciones democráticas y el respeto de los derechos humanos también hacen que estos países estén entre los más pacíficos del mundo, según el Índice de Paz Global
Sudán del Sur (13), Siria (13) y Somalia (12), tres países afectados por conflictos prolongados, siguen estando en los últimos lugares del IPC.
Este año, 26 países –entre los cuales se encuentran el Reino Unido (73), Qatar (58) y Guatemala (24) – han alcanzado niveles mínimos históricos.
Desde el año 2017, diez países han registrado un descenso significativo en las puntuaciones del IPC.
Los países que más descendieron son: Luxemburgo (77), Canadá (74), el Reino Unido (73), Austria (71), Malasia (47), Mongolia (33), Pakistán (27), Honduras (23), Nicaragua (19) y Haití (17).
Durante ese mismo período, ocho países mostraron mejoras en el IPC: Irlanda (77), Corea del Sur (63), Armenia (46), Vietnam (42), Maldivas (40), Moldavia (39), Angola (33) y Uzbekistán (31).
CORRUPCIÓN, CONFLICTO Y SEGURIDAD
La corrupción, el conflicto y la seguridad se encuentran profundamente interrelacionadas. El uso indebido, la malversación o el robo de fondos públicos pueden afectar a las mismas instituciones que están a cargo de proteger a los ciudadanos, asegurar la vigencia del Estado de derecho y preservar la paz privándolas de los recursos que necesitan para cumplir ese mandato. Las organizaciones terroristas y de criminalidad suelen contar con la complicidad de funcionarios, autoridades de aplicación de la ley, jueces y políticos corruptos, lo cual les permite alcanzar sus objetivos y actuar con impunidad.
La invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, representó un recordatorio contundente de la amenaza que plantean la corrupción y la falta de rendición de cuentas gubernamental para la paz y la seguridad globales: en Rusia (28), los cleptócratas han acumulado fortunas inmensas prometiendo lealtad al presidente Vladimir Putin a cambio de obtener contratos lucrativos con el gobierno y de que se protejan sus intereses económicos. La ausencia de frenos al poder de Putin le permitió intentar conseguir sus ambiciones geopolíticas con impunidad. Este ataque desestabilizó al continente europeo, puso en riesgo la democracia y se cobró decenas de miles de vidas humanas.
Tras décadas de conflicto, Sudán del Sur (13) está atravesando una crisis humanitaria grave: más de la mitad de la población enfrenta una grave inseguridad alimentaria y la corrupción está exacerbando esa situación. Un informe elaborado por Sentry el año pasado reveló que una maniobra fraudulenta de gran alcance pergeñada por una red de políticos corruptos que tienen nexos con la familia del presidente desvió fondos que habían sido asignados como ayuda para alimentos, combustible y medicamentos.
El Papa Francisco llegó hoy a la República Democrática del Congo y también tiene previsto visitar Sudán del Sur, en su primer viaje internacional de este 2023 y su quinto viaje al continente africano.
La combinación de corrupción, autoritarismo y desaceleración económica ha resultado ser especialmente volátil en Brasil (38), donde el mandato del presidente Jair Bolsonaro estuvo marcado por el desmantelamiento de los marcos contra la corrupción, el uso de maniobras corruptas para favorecer a aliados políticos y acumular apoyo político en la legislatura, desinformación y ataques al espacio cívico. En enero, tras la derrota de Bolsonaro como candidato para la reelección, sus partidarios lanzaron un ataque violento contra el Parlamento, el Supremo Tribunal y el palacio presidencial, pusieron en riesgo la vida de policías y periodistas y vandalizaron edificios, con el objeto de perturbar la transición pacífica del poder al presidente recientemente elegido, Luiz Inácio Lula da Silva.
En Yemen (16), una serie de denuncias de corrupción contribuyeron a que se desencadenara la guerra civil hace ocho años. Ahora, el Estado se encuentra colapsado y dos tercios de la población no tienen alimentos suficientes, en lo que constituye una de las peores crisis humanitarias a nivel mundial.
Incluso en países que implementan medidas relativamente enérgicas contra la corrupción, el sector de defensa suele seguir operando con opacidad, lo cual genera las condiciones para influencias indebidas y otras formas de corrupción. Según e Ïndice de la Integriidad de la Defensa Gubermental, solamente nueve países de los 85 evaluados tienen un riesgo bajo o muy bajo de corrupción. Esto resulta particularmente preocupante, dado que muchos gobiernos se están preparando para aumentar de manera drástica su gasto militar con el fin de enfrentar las nuevas amenazas y como respuesta a la guerra en Ucrania.
En Alemania (79), por ejemplo, el gobierno creó un nuevo fondo por 100.000 millones de euros destinado a modernizar sus fuerzas militares, pero un proceso de adquisición tan simplificado podría dar paso a grandes riesgos de corrupción. No obstante, una nueva estrategia de seguridad nacional que actualmente se está debatiendo en el seno del gobierno podría ayudar a fortalecer los mecanismos de integridad y transparencia si se adoptara.
Transparencia Internacional insta a los gobiernos a priorizar los compromisos contra la corrupción, reforzando los mecanismos de pesos y contrapesos, reivindicando los derechos a la información y limitando la influencia privada para, finalmente, liberar al mundo de la corrupción y de la violencia que esta trae aparejada.
Daniel Eriksson, Director Ejecutivo de Transparencia Internacional, manifestó que: “El dato positivo es que los líderes pueden combatir la corrupción y promover la paz al mismo tiempo. Los gobiernos deben abrir los espacios para hacer partícipe al público en la toma de decisiones, desde activistas y empresarios hasta comunidades marginadas y grupos de jóvenes. En las sociedades democráticas, las personas pueden alzar sus voces para contribuir a erradicar la corrupción y exigir un mundo más seguro para todos nosotros”.