Más que procurar designar a los mejores para que fortalezcan el debilitado sistema judicial, históricamente nuestros gobernantes se han esforzado por colocar en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) figuras que les juren lealtades, cuiden sus espaldas y fallen a favor de sus intereses y contra sus adversarios.
A ello se suman los lobistas, que valiéndose de su cercanía o influencia con los designados a la máxima corporación de justicia, inciden para obtener decisiones favorables a sus propósitos. Ejemplos de estas reprochables conductas sobran y sin dudas son responsables de nuestro debilitado sistema jurídico.
Este esquema delictivo debe desmantelarse, y para ello es importante trabajar en las veedurías ciudadanas al trabajo judicial, al mismo tiempo que se designa en estos puestos de poder a los juristas más probos, capaces e independientes de los distintos poderes.
De hecho sería muy viable impulsar esta iniciativa en la coyuntura de la inminente salida de cuestionadas figuras de nuestra Corte Suprema de Justicia. El país lo agradecerá.