Expresidentes y exministros de Seguridad han hablado y denunciado la práctica, pero nadie se atreve a hablar con nombre y apellido de cómo el narcotráfico ha penetrado en los partidos políticos porque pueden salir salpicados. Los políticos no quieren aceptar el cáncer ni mucho menos cooperar para que se investigue y sancione a nadie. Ellos son jinetes de la impunidad.
Por ello, en los barrios comienzan a aparecer las víctimas de alto perfil, que ya no solo son miembros de partidos, sino funcionarios de la Asamblea, municipios y entidades del gobierno central. Estos son hechos y no inventos de los medios.
¿Qué otras pruebas quieren para aceptar que el dinero sucio financia a candidatos y promueve campañas e inscripciones de forma clientelar?
No se trata de dañar a un partido o a una persona en particular, pero los hechos indican que exalcaldes, exlíderes de bandas de música, dirigentes que repartían bonos, exfuncionarios de la Asamblea Nacional han sido víctimas de hechos violentos porque están ligarlos directamente o por familiares a actividades al margen de la ley. No hay peor ciego que el que no quiere ver.