Cuando se aprobó la Ley de Descentralización se buscaba mayor autonomía y que las alcaldías manejaran sus propios proyectos de inversión, pero hasta ahora pocos municipios pueden servir de ejemplo.
Los gobienos locales se han convertido en botines políticos y en bolsas de empleo para los seguidores de los representantes y diputados, sin importar su formación académica.
Resulta que en San Miguelito, el alcalde se aprobó 4 mil dólares para movilización en un distrito donde sobran las necesidades. Lo mismo pasó en Colón, donde el alcalde se ajustó su salario. En Panamá Oeste, hasta los concejales reciben 5 mil dólares mensuales para gastos de movilización.
Lo que hay es un mal uso de los recursos mientras las comunidades siguen rezagadas y estas autoridades locales, lejos de buscar mejorar sus áreas, son promotoras de vicios con tal de mantener sus cuotas políticas.
Ese no fue el propósito de la descentralización, que los municipios tuvieran más plata para mantener la burocracia y a los gamonales políticos de los diferentes partidos.