La muerte del jovencito de 18 años Cristian Cansari, ahogado en las aguas del río Chagres cuando se desplazaba en una canoa para buscar agua potable para su familia, es una cachetada para esta y las pasadas administraciones de gobierno cuando se habla de la dotación del vital líquido.
Como muchos panameños humildes que mueren en medio de su supervivencia diaria, es muy seguro que la historia de Cristian sea olvidada por las autoridades muy pronto. Pero sin dudas permite reflexionar sobre qué está haciendo el Estado para dotar a la población del acceso continuo al agua potable.
La abundancia de lluvias en los últimos años ha hecho que el importante tema de la búsqueda y preservación de nuevas fuentes hídricas casi ni se aborde. No obstante, esas mismas precipitaciones abundantes desnudan la fragilidad de nuestro sistema de abastecimiento, administrado en gran medida por el Idaan.
Las nuevas prioridades generadas por la pandemia hacen prever que este lustro será un periodo perdido para el cumplimiento del compromiso de dotar a la población de agua potable.