Panamá se encuentra en medio de una de las mayores crisis migratorias de la región. En 2023, más de medio millón de migrantes atravesaron el peligroso Tapón de Darién, una selva densa que se ha convertido en una ruta clave para quienes buscan llegar a Estados Unidos. Este flujo masivo no solo es por la búsqueda de mejores oportunidades, sino también por situaciones políticas y económicas difíciles en varios países de América Latina.
Un reciente estudio titulado “Desafíos democráticos, confianza en el sistema y migración en Panamá”, presentado por el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (Cieps), revela que la percepción de la migración en Panamá es ambivalente. Aunque muchos panameños no rechazan abiertamente a los inmigrantes, una parte significativa cree que la migración venezolana afecta negativamente la economía (66%) y la cultura nacional (78%).
A pesar de estas preocupaciones, la sociedad panameña no es indiferente al sufrimiento de los migrantes. Un 58% de los panameños apoya la provisión de servicios sociales a estos grupos, aunque el respaldo disminuye cuando se trata de venezolanos (48%) o españoles (45%). Esta mezcla de compasión y alarma refleja los desafíos que plantea la migración masiva.
El Tapón de Darién se ha convertido en un símbolo de esta presión migratoria. En 2022, más de 150,000 venezolanos cruzaron esta peligrosa selva, debido a que otros países comenzaron a exigir visas, obligándolos a tomar rutas más riesgosas para continuar su camino hacia el norte.
Panamá ha sido históricamente un país receptor de migrantes debido a su posición estratégica y economía comercial. Sin embargo, el informe subraya que esta acogida está “bajo amenaza” por las crecientes tensiones económicas y la percepción de que los migrantes compiten por recursos limitados. Aunque ha disminuido la creencia de que los migrantes “quitan trabajos” a los panameños (48% en 2023 vs. 59% en 2008), las preocupaciones persisten.
Ante esta crisis, el gobierno de José Raúl Mulino ha implementado varias medidas. Entre ellas, destaca la propuesta de cerrar la frontera para reducir el flujo de migrantes y la solicitud de cooperación internacional para gestionar la crisis de manera efectiva. En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Mulino afirmó: “Panamá enfrenta una inmensa problemática producto de su ubicación estratégica”. Subrayó que el país no puede enfrentar la crisis migratoria en solitario y necesita apoyo internacional.
La crisis migratoria en Panamá no solo es un problema humanitario, sino también un desafío político y económico. La solución dependerá en gran medida de la cooperación internacional y de las políticas que se implementen en los próximos años para abordar las causas y consecuencias de este fenómeno.