Un nombre que sembró terror: La historia de Silvano Ward Brown, el primer asesino en serie de Panamá
En la memoria colectiva de Panamá resuena con fuerza la historia de Silvano Ward Brown, un hombre cuyo nombre se convirtió en sinónimo de horror hace más de cinco décadas. Sus crímenes, que cobraron la vida de tres mujeres, lo colocaron como uno de los primeros asesinos en serie documentados en el país.
El inicio del horror
La espiral de violencia comenzó en 1959, cuando Silvano, entonces un joven de 18 años oriundo de Chiriquí, irrumpió en una vivienda en San Francisco con intenciones de robo. Allí, se encontró con Paula Caballero, quien fue atacada mientras se cambiaba de ropa. Un cuchillo en manos de Silvano selló su destino. Paula recibió una herida mortal en el costado izquierdo y, tras caminar algunos pasos, cayó sin vida. Por este crimen, fue condenado a 12 años en el penal de Coiba.
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La libertad no trajo redención
Después de cumplir su condena, Silvano salió de prisión en 1969. Sin embargo, su aparente reinserción en la sociedad fue breve. En 1973, cuatro años después, volvió a mostrar su naturaleza violenta. En la vía Transístmica, cerca del Templo Bahá'í, apareció el cuerpo de Dalila Gaitán Troya, una mujer de 22 años. Desnuda, con un suéter atado al cuello y golpes en el rostro, el escenario dejaba claro que había sido una muerte brutal.
Según las investigaciones, Silvano había conocido a Dalila en la avenida de Los Mártires. Después de llevarla a una casa de ocasión, un conflicto por un problema de impotencia lo llevó a golpearla y finalmente a estrangularla. “Pegarles hubiera sido suficiente, pero así son las vainas”, confesó fríamente en su declaración.
Una segunda víctima en la misma línea
El caso de Rosa María Gómez Orlas, una joven colombiana de 23 años, marcó un patrón en los crímenes de Silvano. Su cuerpo fue encontrado en la carretera forestal hacia Chilibre, desnudo y con un cinturón alrededor del cuello. La brutalidad se repitió: problemas de erección, burlas por parte de la víctima y una reacción de violencia desmedida. La confesión de Silvano confirmó que era el responsable de ambos asesinatos.
Un perfil perturbador
Los expertos lo catalogaron como un psicópata con trastornos de índole sexual, reaccionando con extrema violencia ante conflictos relacionados con su impotencia. Según estudios de criminología, su comportamiento respondía a un perfil amoral y perverso, donde la sexualidad se desviaba hacia fines destructivos.
La caída del terror
Una evidencia clave selló su destino: parte del cinturón de Rosa María quedó atrapado en el automóvil de Silvano, vinculándolo directamente con el crimen. Tras su captura, confesó ser el autor de los asesinatos de las tres mujeres. Pasó más de 30 años en prisión, dejando un legado oscuro en la historia criminal de Panamá.
Silvano Ward Brown es recordado no solo por sus crímenes, sino por ser un ejemplo inquietante de cómo el mal puede acechar desde las sombras de una vida aparentemente normal.