A pesar de los enormes logros y destrezas que siguen demostrando las mujeres panameñas, el reconocimiento de sus derechos naturales se ha dado casi que a cuentagotas, lo que es injusto y hasta poco entendible tomando en cuenta los compromisos adquiridos por distintas administraciones de gobierno.
Ello quiere decir que hace falta un acompañamiento del resto de la sociedad para que los justos reclamos se vuelvan realidad lo más pronto posible.
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En esta fecha en que recordamos el aporte y el valor de la mujer, vale reflexionar sobre la realidad que enfrentan nuestras niñas en todos sus entornos.
El reciente caso de una pequeña violada y embarazada a los ocho años de edad obliga a preguntar qué herramientas le estamos dando a ellas para enfrentar el futuro.
Igualdad salarial y laboral, acceso al aprendizaje y a la vida política son aristas que ya estamos tratando y en las que hay que seguir insistiendo.
Sin embargo, hay que abrir el debate a temas más sensibles y hasta contradictorios, como la educación sexual y el aborto, que les son inherentes a ellas y que en pleno siglo XXI le siguen impactando negativamente.



