Treinta años han pasado desde aquella madrugada del 20 de diciembre de 1989.
Para muchos moradores de la costeña comunidad de Río Hato, en Coclé, recordar la fecha es como volver a vivir esa trágica noche en donde varios conocidos perdieron la vida en los bombardeos.
Gustavo Rodríguez, un hombre de mar de más de 70 años, trata de ocultar sus lágrimas bajo unos lentes oscuros, pero sus recuerdos lo traicionan y no puede aguantar el llanto. La tristeza sigue a flor de piel a pesar del paso del tiempo.
Esa noche del 20 de diciembre, este coclesano esperaba a los pescadores, como de costumbre, en su viejo auto Datsun a orillas de la playa La Boca, cuando escuchó los primeros bombazos.
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Con su auto cargado de pescado, su compañero de siempre “Manhattan” y la señora Hermisenda salieron camino al pueblo. No sabían lo que estaba pasando, pero en el camino se encontraron a varias personas que venían huyendo y pararon para traerlos. Fue en ese momento que un avión de guerra les tiró una bengala y seguido una ráfaga de balas calibre 50.
El avión dio varias vueltas y les mandó una segunda descarga. Fue allí cuando se detuvo y varios de sus pasajeros huyeron hacia el monte. Dijo que no le quedó otra que tirarse del carro y apagar las luces.
Lo mataron
Cuando el avión se alejó, regresó al auto en busca de sus compañeros. Allí fue grande su sorpresa y su tristeza. La mujer estaba herida en una pierna y a su compañero, que no pasaba de 25 años, lo había atravesado un proyectil que le abrió un hueco en el tórax. La muerte de su amigo Bertín Navas, conocido como “Manhattan o Manhattita” lo marcó para siempre. Ese episodio, este hombre de unos 70 años, nunca lo ha podido olvidar a pesar del tiempo.
Más testimonios
Otra que vivió de cerca esa trágica noche fue Ada Beitía. Era solo una niña y vivía junto a su madre y sus hermanos adolescentes en una barraca de madera en el patio del Instituto Tomás Herrera. Su padre, miembro de los Macho de Monte, pudo sacarlos de su casa en la madrugada y los puso a salvo en la casa de una tía.
Recuerda que su madre los despertó y les dijo que se vistieran rápido, su padre había llegado en su auto y con las luces apagadas tomaron un camino de tierra por el lago de los patos. Mientras huían de los bombardeos, vio cómo decenas de adolescentes (los “tomasitos”) corrían en calzoncillos entre los montes y del cielo llovían puntos negros, que tiempo después supo que eran paracaidistas norteamericanos.
¿La autoridad?
Gregorio Arjona, mejor conocido como “Goyo”, era el corregidor de Río Hato ese 20 de diciembre de 1989. A la medianoche se levantó al oír los bombazos y vio pasar a muchos policías corriendo en calzoncillos y camisetas rumbo a las montañas de Antón. Los Macho de Monte habían sido sorprendidos por los militares gringos.
A las seis de la mañana, junto a un grupo de amigos y vecinos, caminó hacia la base militar bordeando Río Hato en busca de compañeros a los que ayudar.
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En ese momento encontró y pudo ayudarlos. En una segunda vuelta fue capturado y estuvo tres días esposado en un servicio. Luego lo sacaron de allí y en un avión lo llevaron a Cárdenas, en la ciudad capital.
Para todos estos sobrevivientes hay una cosa cierta. En Río Hato también se vivió la tragedia. Varios policías y lugareños murieron y por eso hay una cruz solitaria en el camino a La Boca que recuerda la vida de Bertín Navas, “Manhattita”, un inocente pescador que nada sabía de guerras ni milicías, pero que perdió la vida en esa invasión.
En Los Pollos
En esta comunidad un agente de las Fuerzas de Defensa desapareció esa noche junto a su familia, se cree que murieron en la vía Panamericana. Los conductores de al menos dos camiones cargados de plátanos amanecieron acribillados. Nadie supo quiénes eran y dónde fueron a parar sus cuerpos, pero en Río Hato murieron.
“Todo el mundo habla de la invasión y se concentra en El Chorrillo de la ciudad de Panamá, pero pocos hablan de Río Hato. Aquí también fuimos invadidos, aquí murió gente, fuimos avasallados y ese dolor, esos recuerdos nos han acompañado durante 30 años”, señaló “Goyo” Arjona.
“También queremos saber dónde están nuestros muertos, que se reconozca a nuestros hombres y mujeres valientes. También queremos que ese triste capítulo de nuestra historia sea reconocido”, advirtió el excorregidor.
Datos
El cuartel de los Macho de Monte estaba ubicado estratégicamente en Río Hato:
Los Macho de Monte fueron entrenados por milicianos cubanos que combatieron en África.
Los Macho de Monte salvaron al exdictador Manuel Antonio Noriega cuando fue apresado por Moisés Giroldi el 3 de octubre de 1989. El golpe fue aplastado por esa unidad militar.
Durante esa asonada golpista, los Macho de Monte se trasladaron de Río Hato en avión a Tocumen y luego por tierra llegaron a la 5 de Mayo y al Cuartel Central, donde estaba Noriega.
Curiosamente, la noche del 20 de diciembre de 1989, los Macho de Monte simplemente huyeron a los montes de Río Hato.
Con información de Edilsa González Roca