“Nosotros somos negros”, dijo con firmeza “la reina” María Elena Martínez mientras se preparaba para el Festival Congos y Diablos de Panamá que se celebró este sábado, por primera vez como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, al destacar que debe prevalecer “la esencia de la cultura negro afroantillana” a pesar del paso del tiempo.
Martínez, una corpulenta mujer que se acerca a su quinta década de vida, contó a Efe que desde hace “casi 29 años es la reina” del grupo “Rescate de mi Pueblo”, uno de los que participaron en este festival que se realiza en la localidad de Portobelo, en la provincia de Colón, Caribe de Panamá.
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La cultura congo reivindica el espíritu de lucha del negro esclavo y rebelde, representado en el festival por los grupos de congos, contra el patrón español, que en esta puesta en escena es el diablo. Es la batalla del bien contra el mal.
Al declarar las expresiones rituales y festivas de la cultura congo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el pasado 29 de noviembre, la Unesco destacó que las mismas escenifican “la historia simbólica de una sociedad matriarcal gobernada por una reina y su corte”.
La reina es la autoridad más alta del grupo y representa a la mujer fuerte que sirvió de guía y administró el gobierno en los palenques, los lugares en la selva en los que se establecían los negros huidos del opresor.
La reina María Elena Martínez vestía este sábado como indica la tradición: una corona de latón, un faldón o pollera multicolor, una camisa con vuelos y sus pies descalzos, igual que el resto de su corte, para comunicar con la tierra, como lo destacó la Unesco.
"Tratamos de vivir el congo y proyectar el congo sin olvidar la esencia, sin olvidar que es de allá abajo de dónde salimos (...) el negro se vestía con lo que tenía por delante y comía lo que conseguía", expresó la monarca en esta puesta en escena.
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Esa naturaleza congo se refleja también en la gastronomía, una de la ofertas en el festival, y que incluye el "macrocho, que es un sancocho al que se pone de todo", explicó Martínez.
"Recolectamos lo que la comunidad nos pueda dar: paticas de puerco, de gallina, costillitas ... y es rico. ¡Y si le echamos un zapato ajeno queda mucho mejor!", bromeó la monarca.
Esther, una adolescente de 14 años y quien baila desde los seis, contó a Efe que los faldones que usan las mujeres en el festival son multicolor porque "las amas le daban retazos de tela de cualquier color a las esclavas y se hacían sus propias polleras" con ellos.
"Estamos rescatando la cultura, para que no se pierda", añadió la jovencita, y resaltó que la esencia de este festival, que recorre las calles principales de Portobelo y tiene su clímax en la plaza central, es mostrar la rebeldía de los negros que dijeron "que no iban a ser más esclavos".
"Por eso es que la bandera congo el color negro va pegado del palo, que significa que el negro va a ser libre", aseguró la bailarina.
Los grupos de congos y de diablos -hombres con gigantescas y elaboradas máscaras con cachos y colmillos- danzan al ritmo de la música, una mezcla de percusión y sonidos fuertes, por las calles del poblado caribeño, que se llenan de propios y extraños que acuden a disfrutar de este espectáculo.
Los hombres en escena usan toda la ropa al revés, se amarran muñecas viejas en la cintura y se pintan la cara con carbón como símbolo de rebeldía, mientras que las mujeres utilizan faldas de colores, camisa, flores en la cabeza y collares de cuencas o caracoles.
"Desde muchas generaciones atrás, este elemento del patrimonio cultural ha contribuido a la integración social y constituye un medio de expresión de la alegría y sensualidad de las comunidades congos", consideró la Unesco al declararlo Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El productor ejecutivo del festival, Roberto King, ha destacado que la designación de la Unesco es un reconocimiento que impacta no solo en el desarrollo de este evento, sino en toda la Cultura Congo del país.
La Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) ha dicho que busca resaltar la cultura y tradiciones del país y que su apoyo a este festival tiene el fin de atraer turismo a la provincia de Colón.