Es sabido que en un proceso judicial siempre habrá una parte que se muestre insatisfecha y, obviamente, será aquella cuya decisión del juzgador no le favoreció. Esa podría ser el estribillo que esgriman quienes hoy celebran la decisión de tres juezas en el denominado proceso ‘Pinchazos”, un caso que sin dudas marcará nuestro país por muchos años por su connotación.
Pero contrario a lo que podría creer el favorecido con la decisión y su indiscutible elevado número de seguidores, en esta ocasión no gana nadie. Y es que la credibilidad de nuestra justicia termina de diluirse de tal manera que hasta pone en riesgo la democracia a futuro.
Pero como la naturaleza de todo ser humano es procurar al su supervivencia, la tarea de quienes aman este país es luchar para fortalecer sus instituciones y procurar un mejor futuro. De allí que el exhorto para quienes saben que se pinchó y quién dio la orden es a no rendirse, todo lo contrario, activarse para promover un aparato de justicia creíble, inmediato, independiente y profesional, cuyos fallos sean dignos de respeto, así no sean favorables.