“La venta está regular. La gente está desabastecida tras días de encierro y sale a comprar, pero hay que ver cómo estará el movimiento en la semana”, comentó Lester Herrera, un vendedor de legumbres en Ciudad de Panamá, donde desde el lunes rige una nueva cuarentena que busca frenar un vertiginoso repunte de la covid-19.
Las vías principales de la capital muestran un tráfico reducido mientras que los comercios no esenciales permanecen cerrados y en los supermercados la afluencia es poca, en contraste con las largas filas registradas la semana pasada antes del inicio de un confinamiento total nacional entre el 1 y el 3 de enero.
Las restricciones, aunque menos severas que las vividas en todo el país el pasado fin de semana y en la fiesta de Navidad, rigen ahora sólo en las provincias de Panamá, donde está la capital, y en la contigua de Panamá Oeste, las zonas más pobladas del país y las que más casos del coronavirus SARS-CoV-2 registran.
Entre el 4 y el 14 de enero la movilidad en estas dos provincias será por género y número de identidad, con la jornada laboral suspendida, y sólo podrán circular las personas con un salvoconducto emitido por las autoridades a trabajadores de sectores esenciales como salud, alimentación, transporte y medios, entre otros.
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SÓLO UNOS POCOS VENDEDORES INFORMALES EN LAS CALLES
En un recorrido se constató que los comercios en la concurrida avenida Central estaban cerrados y que había muy pocos vendedores informales, en comparación con una jornada normal.
El mismo escenario se veía en el populoso distrito de San Miguelito, donde a la salida de la estación central del metro había algunos vendedores ambulantes ofreciendo mascarillas, pantallas faciales y otros artículos.
Angélice Pérez, 54 años y con 20 años manejando un quiosco situado cerca de la estación central, dijo que había pocos vendedores informales porque solo están los que tramitaron su salvoconducto: “lo poquito que hay llega porque somos pocos. Gracias a Dios el día de hoy me ido muy bien, y no lo esperaba”, agregó.
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En el quiosco se venden “refrescos, bebidas, tarjetas de celular, café, galletitas, cosas que la gente de a pie consume”, explicó Pérez, que cada día llega a las 5:00 de la mañana y se va a las 5:00 de la tarde.
Lester Herrera se quejó por su parte de que las frutas y legumbres que vende en el puesto que maneja desde hace tres años en San Miguelito han aumentado de precio “sin control” en el mercado mayorista de la capital, y que eso está mermando sus ganancias porque la gente se “disgusta” y no quiere pagar lo que pide por los productos.