David Villalobos, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos de la Caja de Seguro Social (CSS), salió unos minutos a la planta baja del Complejo Metropolitano, en Transístmica, para conversar de cómo cuando niño quería ser sacerdote y terminó siendo doctor intensivista.
En su rostro es notable el cansancio, saludó a distancia y habló de su experiencia como doctor.
Con su mascarilla siempre puesta, el intesivista contó que de niño quería ser sacerdote, quizás porque estudió en una escuela católica, pero ya en secundaria, mientras otros se interesaban por aparatos, carros, betamax y la TV, él quería conocer cómo funcionaba el cuerpo humano.
Desde hace dos meses y medio, por el Covid-19, el trabajo en el área de UCI se ha duplicado. Junto a un equipo, Villalobos tiene la responsabilidad de dar la mejor atención a los pacientes de coronavirus y de otras enfermedades.
Explica que una de sus máximas influencias en la Medicina fue su madre, quien laboró como enfermera intensivista en el mismo sitio donde hoy él trabaja y, por supuesto, el apoyo de su padre, un catedrático en la rama del Derecho (q.e.p.d.).
Villalobos define la medicina como difícil, pero no imposible, se logra con estudio y empeño.
En el año 2000 acabó sus estudios para ser intensivista, ya tiene 20 años de experiencia, tiempo en el que ha vivido anécdotas que lo han marcado. “Uno ve milagros de primera mano. Vi a una niña recibir un trasplante de riñón el día de su cumpleaños, son las cosas que como médico intensivista puedes atestiguar. A pesar de que no buscamos mucho de Dios por la naturaleza del hombre, Él está ahí. Hace sus cosas a sabiendas de que es un milagro y nos deja participar un poquito”, indicó.
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Al hacer un repaso de sus años, recordó el periodo trágico de la invasión militar de 1989, que se le da un poco de parecido a esta pandemia, porque salir a la calle era un peligro y ver la muerte. “Nadie ve un soldado en la calle ni un arma, pero ahora es una enfermedad por un virus”, compara.
En la UCI los pacientes de coronavirus ocupan el 80% de las camas; sin embargo, los pacientes de otras dolencias reciben también atención de calidad y oportuna. “Sí hay estrés, estamos agotados los médicos, enfermeras, auxiliares, terapistas respiratorios, entre otro personal, pues en más de dos meses llevamos horarios de 12 horas en contingencia. Hay dos maneras de enfrentar la situación: o sales huyendo o afrontas las cosas”, acotó.
Villalobos expresó que siente alegría por la libertad que ya dan las autoridades, pero que el ciudadano debe ser responsable, sino podrían subir las cifras como hace 45 días. Aun así, el médico no deja de preguntarse: ¿Nos llenaremos de más pacientes en intensivos al darse más apertura en la cuarentena?