En el Centro Penitenciario de Penonomé, las segundas oportunidades tienen nombre y apellido: educación. Cuatro privados de libertad fueron reconocidos con becas otorgadas por el Instituto de Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu), en lo que promete ser un primer paso hacia una transformación real.
Con el apoyo de la Dirección General del Sistema Penitenciario (DGSP), estas becas buscan abrir camino a la rehabilitación a través de los estudios. Tres de los beneficiarios finalizarán su bachillerato, mientras que uno de ellos se prepara para ingresar a la universidad. Sí, universidad. Porque, ¿quién dijo que una celda no puede ser también un aula?
Álvaro Montaya, director encargado del penal, aseguró que la Junta Técnica y el Ifarhu trabajan a toda marcha para que los trámites se completen sin contratiempos. “La educación es esencial en el proceso de resocialización. Con estas becas, les damos herramientas para cambiar sus vidas”, afirmó Montaya.
Y aunque las intenciones parecen buenas, el anuncio también plantea preguntas: ¿Cuántos de estos esfuerzos se sostendrán en el tiempo? ¿Cuántos privados de libertad tendrán realmente acceso a estos beneficios?
Por ahora, los beneficiarios tienen un motivo para soñar con un futuro mejor. Con lápices, libros y, sobre todo, esperanza, los cuatro becados prometen demostrar que las segundas oportunidades valen la pena.