En el primer año de Gobierno del presidente Laurentino Cortizo, que se cumple el 1 de julio, Panamá se ha hundido en una inédita crisis política, institucional, económica y social de la que no toda la culpa es de la pandemia en curso.
Así lo consideran analistas, observadores y la mayoría de los que opinan habitualmente en los medios de comunicación del país, que critican con mayor o menor agresividad la gestión hasta ahora de Cortizo, y no solo sino también su estrategia contra la covid-19.
Los datos no desvirtúan esas críticas, con un horizonte de crecimiento económico negativo, y un aumento de la desigualdad social, que ya era de las cinco más acentuadas del mundo, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A esto hay que añadir constantes denuncias y sospechas de corrupción, sin solución jurídica ni explicación política alguna; y un incremento sin precedentes de la inseguridad ciudadana, que llevó a los ministros responsables a ser los primeros caídos del gabinete de Cortizo en sus primeros meses de andadura.
Tampoco ha derivado en un éxito político el hecho de ser el primer presidente de Panamá en mucho tiempo cuyo partido, en este caso el Partido Revolucionario Democrático (PRD), obtiene mayoría en el poder legislativo, ya que ambos han convivido hasta ahora entre la permanente fricción y el abierto desacuerdo.
Durante su primer año de mandato, Cortizo se ha visto obligado a relevar en diferentes coyunturas a sus ministros de Gobierno, de Seguridad, de Desarrollo Social, de Vivienda, y de Salud, además de a su secretario de Comunicación, siempre en medio de polémicas sin aclarar.
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En lo que se refiere a la pandemia, con una población de 4 millones de habitantes aproximadamente y 32,785 enfermos registrados tras más de 100 días con uno de los regímenes en el mundo más estrictos de confinamiento ciudadano, Panamá, junto a Brasil y Perú, es uno de los tres países de Latimoamérica con mayor incidencia de la covid-19, aunque su índice de letalidad, con 620 fallecidos, es uno de los mas bajos.
“Este no es un primer año para nada normal”, comentó en referencia al Gobierno de Cortizo y a la pandemia el presidente de Transparencia Internacional Capítulo de Panamá, Carlos Barsallo.
Pero añade que "precisamente el carácter extraordinario de este primer año hubiese requerido del órgano ejecutivo, en particular en los últimos cuatro meses, un reaccionar muy distinto".
Según él, lo que no ha hecho este Gobierno es "romper de raíz con las malas prácticas que no se quieren realmente abandonar y hacer las cosas de forma muy, pero muy diferente a lo usualmente hecho por los gobiernos anteriores".
Barsallo considera que "para el ciudadano medianamente informado, grupo que por fortuna aumenta cada día, siguen las dudas, más que razonables, de actos de corrupción".
“No vamos bien; algunos lo sabemos, muchos lo intuyen,los otros sobreviven; cada día son más los insatisfechos, como también los interesados en que las cosas cambien; los pasajeros, participamos todos en la reparación o se nos hunde nuestro barco”, expresó.
El analista y asesor político independiente José Eugenio Stoute le explicó que “no se puede hacer una evaluación de este primer año de Gobierno” de Cortizo sin tener en cuenta “la herencia política ciertamente envenenada que recibió, luego de diez años de dos gobiernos que destruyeron la institucionalidad y fomentaron la corrupción tanto en el órgano legislativo como en el judicial”.
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Unido eso, como consecuencia, al hecho de que Panamá ha quedado "ubicado entre los países más desiguales del mundo, con las lógicas secuelas de pobreza y pobreza extrema, el corolario de esta herencia ha sido una crisis de legitimidad que afecta a la totalidad del sistema político".
“Esa pesada mochila de problemas, la heredó Cortizo, que ganó las elecciones por 40 mil votos por encima del que le seguía, y se agravaba porque no controlaba la bancada legislativa del partido que le llevó al poder, el PRD”, acotó.
“Una lectura completamente errónea y miope de esa herencia, y la incomprensión de la debilidad de su Gobierno, llevó al presidente”, según Stoute, a cometer “dos grandes tropiezos”.
El primer tropiezo fue "intentar una reforma constitucional" que "el repudio ciudadano lo obligó a abandonar"; y el segundo fue proclamar las alianzas público-privadas como uno de los ejes de su política económica, "lo que provocó de inmediato una profunda desconfianza" incluso entre sectores de su partido.
La llegada imprevista de la covid-19, “ha terminado sostiene Stoute por destrozar la poca credibilidad del Gobierno”.
“Sobre todo subraya a partir de los gravísimos señalamientos de supuestos actos de corrupción cometidos en plena pandemia y que apuntan a algunos de los más altos cargos del gobierno”.
La abogada, periodista y analista Lina Vega declara que “Cortizo parece perdido en un laberinto de inconsecuencias, contradicciones y fracasos”.
“Las promesas de Cortizo de combatir con energía la corrupción hechas durante la campaña electoral, han quedado solo en palabras”, afirmó.
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En cuanto a la lucha contra la pandemia, el gobierno tropezó, considera esta analista, "con la realidad de un país con lacerantes desigualdades y muy frágil institucionalidad" y "los casos van en aumento, mientras la crisis económica provocada por el largo encierro, golpea con dureza a todos".
“Muy atrás han quedado todos los optimistas planes con que inició su singladura presidencial hace un año Laurentino Cortizo. La sensación general es que el capitán del barco ha perdido la brújula”, agrega finalmente Vega.
(Con información de EFE)