Hoy los feligreses se preparan para festejar a san Juan Bosco, un santo que dedicó su vida a la educación y a la formación integral de los jóvenes. Aunque han pasado más de cien años desde su muerte en 1888, su legado sigue vivo en Panamá y en el mundo gracias a la labor de la familia salesiana, presente en 134 países.
Don Bosco, como es llamado cariñosamente, se inspiró en el espíritu de san Francisco de Sales para diseñar un método educativo basado en el amor y no en la fuerza. Desde niño, tuvo sueños que lo impulsaron a trabajar con jóvenes en situación vulnerable, siempre con la idea de convertirlos en “buenos cristianos y honrados ciudadanos”. Hoy, sus enseñanzas resuenan con más fuerza que nunca, sobre todo en tiempos en que la crisis global afecta la economía y la educación.
La obra salesiana en Panamá ha ofrecido durante décadas una propuesta de formación que combina valores cristianos y preparación académica, adaptándose a los retos actuales. Según su filosofía, la verdadera felicidad de la sociedad depende de una buena educación para las futuras generaciones. Por eso, sus colegios y centros educativos buscan orientar a los jóvenes a construir un mejor país, motivándolos a participar activamente en la vida social y política.
Este año, en homenaje a la inspiración de san Francisco de Sales, el rector Mayor de los Salesianos, el padre Ángel Fernández Artime, ha destacado la frase “Todo por amor, nada por la fuerza”, recordando que la santidad y la entrega se pueden alcanzar en las tareas de todos los días, siempre que se practique el amor al prójimo. Con ese mismo cariño, Don Bosco dejó un mensaje antes de morir que sigue alentando a muchos: “Los espero en el paraíso”.