En medio de la Invasión de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, los médicos del cuarto de urgencias del Hospital Santo Tomás Jorge Puertas Escobar y Rubén Rivera Hernández se convertían en verdaderos héroes en el centro de una gran incertidumbre de qué sería del país en los próximos días.
Ellos, con menos de 35 años de edad y más de cinco años de haberse graduado de medicina en el extranjero, vivieron de cerca la tragedia de hace 33 años que les marcó la vida hasta el día de hoy.
Puertas y Rivera, actualmente con más de 40 años de trabajar en el cuarto de urgencias del Santo Tomás, son ejemplo e inspiración para las generaciones más jóvenes que estudian medicina, de que cuando el sentido del deber los llama deben estar ahí para la comunidad.
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Las acciones de estos héroes de aquella madrugada del 20 de diciembre salvaron cientos de vidas de personas que ingresaron con heridas por armas de fuego, quemaduras, cortaduras, golpes, entre otras lesiones.
Madrugada del 20
Hoy con 71 años de edad, el doctor Puertas Escobar recordó sentado en una de las bancas del salón de docencia del cuarto de urgencias del Santo Tomás que todo comenzó el 19 de diciembre.
Este médico, que todavía labora en dicho hospital, dijo que ese día 19 estaba en el horario de doce mediodía hasta las seis de la tarde y sentía una sensación rara en el ambiente.
Recuerda que al terminar su horario, los médicos que entraban a las 6:00 p.m. no habían llegado y él y Rivera, teniendo el sentido de responsabilidad, decidieron quedarse hasta que sus otros colegas llegaran.
A eso de las 8:00 p.m. los médicos llegaron y ellos decidieron irse para su casa.
Narró Puertas que a las 12 de la medianoche del 20 de diciembre, ya estando en su casa ubicada en la Tumba Muerto, sintió un fuerte bombazo.
Al poner el televisor, se percató de que Panamá estaba siendo invadida, por lo que inmediatamente tomó el teléfono y llamó al cuarto de urgencias y junto al médico Rivera salió en un vehículo para el hospital.
Habilitan cuarto de urgencias
Tanto Rivera como Puertas rememoraron que ya ellos habían sido capacitados sobre qué hacer en una situación de guerra y en cómo se tenía que preparar un cuarto de urgencias.
Teniendo ambos dichos conocimientos, comenzaron a hacer la selección de los heridos que iban llegando. Los menos graves fueron colocados en la parte de afuera y los más delicados adentro del cuarto de urgencias, ya que estos tenían tiros en el pecho, cabeza y otras partes de su cuerpo, expresó Puertas.
Puertas, padre de tres hijos y abuelo de tres nietos, recordó que uno de los primeros pacientes que atendió fue el dirigente de El Chorrillo Ramón Ashby (padre), quien llegó con un disparo en el área de la cadera y minutos después vio llegar herido a otro dirigente de El Chorrillo de apellido Torreglosa, que luego falleció.
“Muchos de los heridos graves fueron llevados al Hospital Gorgas y tres días después los soldados los traían al Santo Tomás ya curados”, expresó el médico.
“Algo que me llamó la atención y me impresionó es que los heridos de bala no tenían orificios que uno veía con regularidad, sino que las heridas con balas expansivas causaban más daño de lo normal”, recordó el galeno graduado en la Universidad Autónoma de Guadalajara, en México.
Salieron huyendo
Algo que recuerda como si fuese ayer el doctor Puertas es que en medio de la algarabía en horas de la madrugada del 20 comenzaron a llegar muchos miembros de las Fuerzas de Defensa, quienes ingresaban al hospital, se quitaban el uniforme y se ponían cualquier ropa para irse y no combatir contra los gringos.
Sin ir a su casa
Durante tres días los médicos Puertas y Rivera estuvieron en el cuarto de urgencias atendiendo a los heridos. Al tercer día se comenzó a racionar la comida para los pacientes hospitalizados y los insumos se dejaban para para heridas más graves.
marcó sus vidas
Una escena que les marcó la vida a ambos médicos fue ver llegar seis jóvenes, entre ellos una mujer, abatidos con armas de grueso calibre por parte de los soldados americanos.
El doctor Rivera contó que la mujer le pedía que no la dejara morir.
Según lo que recuerdan, estos jóvenes, el mayor de los cuales tenía 31 años y el resto 18, fueron heridos de muerte en la vía Transístmica, frente a donde antes quedaba “Mega Depot”.
Una oportuna organización del cuarto de urgencias evitó que el mismo colapsara aquel fatídico día.
¡Prohibido olvidar!