El recién nombrado embajador de Panamá ante el Reino Unido, Guido Juvenal Martinelli, presentó de manera formal sus cartas credenciales el pasado viernes 17 de enero en la Cancillería británica, frente a la asistente del Mariscal Adjunto del Cuerpo Diplomático. Sin embargo, su nombramiento ha llegado acompañado de una ola de críticas que ponen en duda su desempeño como representante del país.
Días antes, Martinelli protagonizó un episodio incómodo en la Asamblea Nacional, donde su discurso errático, plagado de pausas y problemas de articulación, generó preocupación entre los diputados. El embajador atribuyó su actuación al efecto de medicamentos, pero el incidente no ha pasado desapercibido en la esfera pública.
A pesar de esto, Martinelli cuenta con un plan de estudios que incluye una especialidad en Finanzas de la Neeley School of Business y un MBA internacional de IE Business School, además de experiencia en roles de alto nivel como vicepresidente de desarrollo en Corporación de Finanzas del País SA. y oficial de riesgo en bancos reconocidos como MetroBank SA y Prival Bank SA.
Este nombramiento, sin embargo, ha levantado dudas sobre si sus credenciales son suficientes para desempeñar una labor que no solo exige preparación académica, sino también habilidades diplomáticas sólidas y una representación digna del país en uno de los escenarios internacionales más importantes.
Mientras el gobierno de José Raúl Mulino defiende su decisión, la pregunta persiste: ¿Martinelli la mejor opción para esta misión o su designación responde a la cuestionada tradición de nombrar figuras por motivos ajenos al mérito profesional?