El pequeño pueblo de Atalaya, en la provincia de Veraguas, se ha convertido en el epicentro de la fe este domingo 9 de marzo, con millas de peregrinos reunidos para celebrar la festividad en honor a Jesús Nazareno, una de las tradiciones religiosas más arraigadas en Panamá.
Desde la madrugada, creyentes de todo el país han llegado al santuario para agradecer milagros, pedir favores y participar en las eucaristías que se celebran a cada hora. Entre los testimonios más conmovedores está el de Yadira Ramos, quien caminó desde Natá, Coclé, junto a su hija, en agradecimiento por lo que considera “un milagro de vida”.
“Constantemente venía a pedirle al Nazareno que me hiciera el milagro, y aquí está mi victoria, mi hija”, relató emocionada. Yadira sufrió problemas de salud y varias cirugías que impedían su maternidad, pero su fe la mantuvo firme y hoy regresa para cumplir su mandato.
Milagros que trascienden lo humano
El obispo de la diócesis, Monseñor Óscar Brown, destacó que la devoción a Jesús Nazareno es una fuente inagotable de fe. “El milagro es una realidad que no tiene explicación de tejas abajo, pero sí de tejas arriba”, expresó, refiriéndose a la intervención divina en la vida de los fieles.
Durante el fin de semana, se han realizado misas ininterrumpidas, siendo la misa campal en el parque de Atalaya el evento más esperado. El colaborador de la parroquia, Dionisio Silleros, hizo un llamado a la comunidad cristiana: “Invitamos a todos a vivir este tiempo santo que Dios nos regala”.
Las festividades en Atalaya no solo representan una tradición religiosa, sino también un punto de encuentro entre la fe y la esperanza. La comunidad local se une en una celebración que cada año deja testimonios de sanaciones, cambios de vida y milagros inexplicables para la lógica humana.