Si a alguien le queda duda de que el expresidente Ricardo Martinelli buscará por todos los medios evitar someterse a los procesos que tiene abiertos en Panamá por la presunta comisión de hechos de corrupción, su más reciente jugada política lo confirma.
Con dos hijos detenidos y confesos en Nueva York por blanqueo de dinero y otros delitos, y que solo están a la espera de que llegue la fecha fijada para que se dicten sus sentencias, el ex mandatario panameño tendría mucho por lo cual responder.
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Sin embargo, su afán se centra en mantener vigencia política y acceder al poder, quizás en la búsqueda de una coraza que le dé respiro durante cinco años más.
A esa evidente evasión de la justicia es a lo que no pueden prestarse las autoridades nacionales, como ha venido ocurriendo desde que Martinelli llegó a Panamá extraditado de Estados Unidos. Y sin dictar veredictos de culpabilidad o inocencia, el político y empresario debe hacer frente a sus procesos, eso sí, con las garantías propias de cualquier ciudadano y sin amenazas o maletinazos que interfieran en las decisiones de los jueces.