La propuesta de aumentar la edad de jubilación en Panamá ha causado revuelo. Según el Gobierno, la idea es equilibrar las finanzas del sistema de pensiones, pero esta medida se ha convertido en el talón de Aquiles de la reforma por lo impopular que resulta extender la vida laboral de los panameños.
El Ejecutivo plantea que todos los hombres menores de 55 años y las mujeres menores de 50 años tengan que trabajar tres años más, con el objetivo de que todos migren a un fondo común que pagaría las pensiones. Sin embargo, esta fórmula ha sido criticada por muchos, como el exalcalde José I. Blandón, quien no entiende la “obsesión” con aumentar la edad de jubilación, cuando los trabajadores que se jubilen después de 7 años pasan a cuentas individuales, y el El cálculo de su pensión dependerá de lo que hayan aportado, no de los años trabajados.
Pero para Dino Mon, director de la Caja de Seguro Social (CSS), el panorama es más complejo. Advierte que si no se extiende el tiempo de cotización, no habrá suficiente dinero en el fondo para cubrir las pensiones en el futuro. Es como si las generaciones actuales estuvieran adelantando dinero para pagar tanto su jubilación como la de los pensionados de hoy.
Mon explica que, al aumentar la edad de jubilación, los fondos se acumularían a una tasa anual del 4%, ayudando a estabilizar el sistema a largo plazo. “Es cuestión de tiempo y de ahorrar más, por eso esta medida es esencial para que las pensiones se paguen sin problemas”, asegura.
El analista financiero Domingo Latorraca también se suma al debate y recalca que ajustar la edad de jubilación a la realidad demográfica de Panamá es vital, tal como lo han hecho otros países de la región, como México, Costa Rica, Chile, España y Estados Unidos. . Aunque políticamente sea un tema difícil de abordar, Latorraca señala que no enfrentar este desafío es un riesgo mucho mayor.
La situación está clara: hay un millón de personas en el sistema de beneficio definido y otras 700.000 en el sistema mixto. Si todos se jubilan al mismo tiempo, el sistema no tiene suficiente dinero para cubrir las pensiones. Es un dilema que pone en evidencia la lucha entre las necesidades económicas inmediatas y los desafíos políticos que supone tomar decisiones difíciles para garantizar el futuro del sistema.