Este jueves 15 de diciembre ocurrieron en el país dos situaciones diametralmente opuestas. Por un lado y desde muy temprano, el Gobierno Nacional rompía el silencio y daba a conocer que no se alcanzó un acuerdo con Minera Panamá, hoy por hoy considerada la mayor empresa privada inversora.
Más tarde, se anuncia que el Canal, principal activo económico del país, hacía la entrega anual de excedentes más elevada desde que la vía acuática pasó a manos panameñas.
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Dos realidades distintas que una vez más nos obligan a preguntarnos qué tipo de país queremos a futuro.
La del Canal y la minería son actividades económicas muy distintas y es obvio deducir cuál de las dos se acerca a la naturaleza histórica de nuestro país, y por la que deberíamos dirigir nuestros esfuerzos.
No es una decisión fácil y ni siquiera para adoptarla inmediatamente, pero sin dudas hacia allá debe estar nuestro norte, explotando actividades conexas al tiempo que protegemos la casa común.